María pagaba dinero a sus compañeros de clase para evitar que le pegasen. Cuando terminó sus ahorros, unos euros que guardaba en la hucha, empezó a pedir dinero a sus abuelos usando zalamerías. Si algún día no podía conseguir la cantidad que los "matones" le habían pedido, le volvían a pegar. Y si le quedaba alguna marca, contaba que se había caído en clase de gimnasia. Cuando sus padres descubrieron que su hija estaba siendo acosada ya había entregado 400 euros.Este caso, en el que se protege la identidad con un nombre falso, es uno de los de acoso escolar investigados por la Policía Nacional de Oviedo. La problemática se extiende a todo el país.