Mientras dos hijos siguen imputados por el crimen de Martin Verfondern, el holandés desaparecido en Petín en 2010 -el hermano que le disparó sigue entre rejas-, Manuel Rodríguez Fernández, el patriarca de la familia, de 85 años, ha sido el primero en dar cuentas a la justicia. Acaba de ser detenido por tenencia ilícita. Durante años, los pleitos y la disputas del anciano y sus parientes con el fallecido larvaron una enemistad entre las dos únicas familias de la aldea. Sumado al interés por la explotación del monte comunal fueron los motivos que, según los investigadores, pudieron desencadenar el homicidio. Un crimen impune hasta el hallazgo fortuito de los restos de Verfondern en junio de 2014.