Óscar Ferreño Fraga, el hombre de 38 años que mató a su exnovia en Narón cuatro días después de que lo denunciase por acosarla y amenazarla la atacó de forma sorpresiva por la espalda el 25 de junio de 2012. Esa al menos es la tesis que sostienen los forenses que realizaron la autopsia tras examinar la dirección de las heridas que presentaba la víctima, que no pudo defenderse.

Los especialistas, que declararon ayer en el juicio, destacaron que el crimen fue "de una violencia extrema", ya que el procesado le seccionó la tráquea, la carótida, la yugular y los trapecios. La cabeza de la víctima, que tenía 28 años, se mantuvo unida al cuerpo solo por la columna vertebral, por lo que los expertos subrayaron que fue "casi una decapitación".

"Esas heridas necesitan ser realizadas con decisión y con fuerza para penetrar en los tejidos y llegar a ese punto de profundidad. El objeto utilizado tuvo que ser cortante y extremadamente filoso", testificó uno de los dos forenses que examinaron el cadáver de Iria García Bouza. Para producirle la lesión que presentaba en la tráquea, según los peritos, el agresor tuvo que levantarle la cabeza. Además, indicaron que una de las heridas que observaron en el cráneo indica "sometimiento" porque el imputado debió "flexionarle" la cabeza.

El informe de los forenses es una de las pruebas claves en el juicio contra el procesado, para el que el fiscal y la acusación particular solicitan una pena de 20 años de prisión por cometer un delito de asesinato. La defensa reclama que lo condenen por homicidio en lugar de asesinato.