"Deténgame que he matado a mi mujer", explicó ayer ante el tribunal el agente de la Policía Nacional que estaba en la garita a la que se dirigió Francisco Álvarez para entregarse. "Le pedí que me lo repitiera y le di veracidad porque tenía unos arañazos en la cara. Me dijo que la había acuchillado y lo llevé a la inspección de guardia", explicó el agente. Mientras varias patrullas comprobaban la veracidad de los hechos, el acusado -a preguntas del policía- dijo que el cuchillo estaba en el lugar de los hechos, que discutió con su exmujer y ella sacó un cuchillo, se lo arrebató y la mató. Cuando le preguntó que si había logrado quitarle el cuchillo por qué no se había ido, "no respondió, se quedó callado y con la mirada baja".

Otro policía aseveró que le dijo que se había defendido, que había actuado en defensa propia cuando su mujer le atacó con un cuchillo. Los agentes que declararon en la segunda jornada de la vista oral, celebrada ayer, coincidieron en que el acusado se mostró colaborador, les llevó al lugar del monte donde había enterrado los objetos que se llevó de la casa para simular el robo y la ropa que había quemado -"sin su ayuda no los habríamos encontrado"- y respondió a todas las preguntas. Varios policías resaltaron su tranquilidad y la frialdad con la que relató los hechos, si bien era la primera vez que veían entregarse a un hombre tras matar a su mujer. Otros agentes indicaron que estaba arrepentido.