Una vecina de O Grove, Sheila P.B., ha sido condenada este jueves por la Audiencia Provincial de Pontevedra a tres años de prisión por vender droga diciendo que eran caramelos. La acusada reconoció los hechos y la Fiscalía y su defensa alcanzaron un acuerdo.

En concreto, la joven ha admitido que entre los meses de marzo a julio de 2007 "se dedicaba a la venta de sustancias estupefacientes, tanto cocaína como hachís, al por menor, refiriéndose a las mismas como caramelos".

Esta conformidad ha rebajado la petición inicial formulada por el fiscal antidroga de la provincia de Pontevedra, Luis Uriarte, que pedía para la acusada cinco años de prisión y 20.000 euros de multa.

Finalmente, por consejo de su abogado, Fernando Romay, la joven, de 26 años, ha reconocido los cargos y ha aceptado una pena de tres años de prisión, y una multa de diez mil euros con la responsabilidad penal subsidiaria, en caso de impago, de tres meses de prisión.

Detención

Sheila P.B., sin antecedentes penales, fue detenida en el año 2007 junto a otras cinco personas dentro de una operación desarrollada por la Brigada Provincial de Policía Judicial y que contó con la colaboración de las Comisarías de Algeciras, Huelva y la Policía de Brasil, que también practicaron varias detenciones.

A esta mujer, junto a los otros cinco detenidos en Arousa, se les considera presuntos integrantes de un grupo organizado que adquiría la cocaína en Brasil, en el estado de Mato Grosso, y el hachís en Marruecos, para ser distribuido en las zonas de O Grove, Cambados, Pontevedra y Vigo, así como en la ciudad de Vitoria.

En un registro en su domicilio, la policía incautó más de dos kilos de resina de cannabis, en 283 bolas, destinados por la acusada a su venta, con la que habría obtenido en el mercado ilícito la cantidad de 9.601,53 euros.

Además localizó 51 gramos de cocaína, con una pureza del 8,3 por ciento, destinados por la acusada a su venta, con la que habría obtenido una ganancia económica de más de 500 euros.

En su domicilio también encontraron diversas sustancias, como ácido bórico, que la acusada empleaba "para mezclar la cocaína y obtener mayor beneficio económico", así como una báscula de precisión y bolsas recortadas, empleadas para dosificar la droga que vendía.