La Policía Nacional cree que la clave para resolver la desaparición de Sonia Iglesias se encuentra en conocer cuáles fueron los últimos pasos de la pontevedresa de 38 años en el centro de la ciudad, "reconstruir los últimos días, los momentos anteriores a que se le perdiera el rastro". Quien se expresa así es el comisario Serafín Castro, máximo responsable de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta de Madrid, la UDEV Central, que participó en casos más complejos como el crimen de la joven madrileña Anabel Segura y que realiza a FARO de VIGO las primeras declaraciones sobre el caso de la pontevedresa que concede a un medio de comunicación escrito.

El pasado 18 de agosto, Sonia Iglesias salió sobre las 9.30 horas de su casa en Campo da Torre para realizar diversos recados. Viajaba en su coche, junto a su compañero sentimental Julio Araújo quien se encontraba al volante. Se detuvieron en la calle Arzobispo Malvar para dejar a arreglar tres pares de zapatos, tal y como confirma el propio comisario. A los pocos minutos Sonia regresa al coche.

Poco después, y según la versión ofrecida por Julio Araújo a la Policía, la joven se baja del turismo ya que el vehículo no puede avanzar (en sus primeras versiones habla de un atasco y más tarde de un coche que les entorpece el camino, versión esta última que es la que da por buena la Policía ya que, dice el comisario, "aquel día no había atasco"). Afirma que Sonia se baja por que de lo contrario dice no le dará tiempo a hacer todos los recados pendientes antes de entrar a trabajar en la tienda de ropa a la una de la tarde. Nadie supo nada más de ella.

Para el máximo responsable de la UDEV, estos instantes son fundamentales para la investigación: "A raíz de todas las gestiones que realizamos y de nuestra experiencia en casos similares, la última o las últimas personas que ven a la persona desaparecida con vida, directa o indirectamente tienen algo que ver con este tipo de desapariciones", asegura.

Serafín Castro afirma con rotundidad que "a mi no me cabe ninguna duda que se trata de una desaparición forzada". Por este motivo, a la Policía Nacional tampoco le cuadra que nadie hubiera visto absolutamente nada fuera de lo normal esa mañana, tratándose además de una persona conocida en la ciudad: "Nos extraña que nadie más la hubiera visto realizar un trayecto en pleno centro de Pontevedra y que ella hacía tan a menudo", reflexiona.

Castro no tienen dudas de que a Sonia se la llevaron "contra su voluntad, a la fuerza". Al hecho de que desaparezca dejando atrás toda su documentación (pasaporte y DNI) suma las investigaciones realizadas por la Policía Nacional "incluso llegando a realizar gestiones y a reunir documentación en Venezuela para verificar algunos bulos que comenzaron a circular por la ciudad". Todo resultó ser eso, un bulo. Se investigaron puestos fronterizos y aeropuertos: "lo hemos revisado todo por activa y por pasiva" pero la búsqueda no dio resultados.

Además, el comisario destaca "la forma de vida" que llevaba Sonia como prueba fundamental de que alguien la hizo desaparecer: "El carácter de Sonia nos hace pensar esto, ya que era una persona normal, que tenía sus problemillas familiares como todo el mundo, pero también un trabajo estable y un hijo de 8 años maravilloso". Una persona a la que no se le conocían amistades extrañas ya que tenía "un grupo fijo de compañeros con los que salía, nada fuera de lo normal", añade.

Seis meses después de la investigación, Serafín Castro reconoce que la investigación está "complicada" pero dice sentirse "totalmente convencido de que la desaparición de Sonia Iglesias se resolverá" y admite que "sí, tenemos sospechosos". Pide paciencia, ya que se trata de investigaciones policiales que son "larguísimas" si no se resuelven en cuatro o cinco días.