Un error de los narcos en el envío ha permitido asestar un nuevo golpe al tráfico de cocaína en contenedores en Galicia. De momento no hay detenidos, pero la Policía Nacional se ha incautado en A Coruña de 113 kilos de cocaína. La droga, oculta en el interior de plátanos de plástico mezclados con una importación legal de piñas, llegó al Puerto de Marín en un contenedor procedente de Guayaquil (Ecuador) en el buque Doña Fortuna el pasado 18 de febrero.

La droga debía haber sido retirada mientras estaba almacenada en el puerto marinense, pero sin embargo acabó en un centro de distribución de alimentación en el Polígono de A Grela, en A Coruña, con el cargamento legal de frutas tropicales de importación.

Los trabajadores del polígono, en un control tras la recepción de un camión, detectaron bultos sospechosos en uno de los palés de piñas y alertado a la Policía. Los agentes comprobaron durante la inspección que, entre las cajas de fruta tropical, había 190 falsas bananas de PVC rellenas de clorhidrato de cocaína. Cada una de estas bananas tiene un peso de 540 gramos, lo que suma un total de 115 kilos.

La mercancía llegó el pasado 18 de febrero al puerto de Marín en el buque Fortuna, donde permaneció almacenada hasta su posterior distribución, por lo que en la actualidad la actuación policial se centra en determinar el destinatario de la mercancía y establecer su conexión con las redes de narcotráfico de Galicia.

El novedoso sistema de plátanos de plástico rellenos de cocaína se estrenó en España con un alijo de 162 kilos de droga intervenido el pasado mes de enero en un contenedor en el Puerto de Algeciras procedente también del puerto de Guayaquil. Si bien el alijo de Marín salió más tarde y no coinciden las partidas, se investiga si se trata de la misma organización. En relación la cocaína de Algeciras fueron detenidas cuatro personas, dos empresarios de Madrid que facilitarían la infraestructura para la introducción de la droga y el supuesto cabecilla, contacto directo con los carteles colombianos, que se desplazó al interior de la selva colombiana para supervisar personalmente el envío de la cocaína.