"Tengo grabados los ojos de El Peke, fríos, sedientos de sangre cuando su hermano Ramiro –metralleta en mano– le dijo mientras me tenían en el suelo: mata a ese hijo de puta. No se como, pero me giré y el proyectil de su revólver me entró por la espalda y quedó alojado cerca del pulmón. Estaba herido grave en el suelo y El Peke no dudó en pegarme el tiro de gracia, salvé la vida porque la bala se le fue contra la acera". Así recuerda, doce años después, el agente de la Policía Local de Vigo Carlos P. C. el violento ataque que sufrió por los hermanos Martíns Mendoza cuando se acercaba a identificarles con un compañero en un bar de Vigo. El otro agente, Francisco Javier A.F., que resultó herido leve en un codo, admitía ayer que "cuando me enteré de que buscaban a El Peke por la muerte del guardia civil en A Cañiza, se me pusieron los pelos como escarpias y me sumé también a su búsqueda. Esto tenía que ocurrir, se veía venir. Hace apenas unos meses que salió de prisión y ya tenía fama de gatillo fácil antes de lo nuestro, basta ver todos los atracos a bancos cometidos. Hemos recibido numerosas llamadas de compañeros. Volvemos a recordar lo ocurrido y lo sentimos, especialmente porque el agente deja mujer y tres hijos y las medallas de chocolate póstumas no sirven para comprar comida en el supermercado", advierten.

La madrugada del 23 de marzo de 1998, los dos agentes, pareja de patrulla durante casi 15 años, fueron enviados a la calle Torrecedeira pues unos policías sospechaban de dos personas. En la cafetería Ruada vieron a los dos hermanos y cuando iban a entrar, un cliente que se marchaba les indicó que la mochila que llevaban los dos jóvenes sonaba rara, como a metal.

"Desde fuera les observamos. Estaban desayunando y El Peke leía el periódico. No parecía que fueran a perpetrar allí ningún atraco, pues la camarera era menudita y con pedirle el dinero se lo habría dado. Entramos, y le dije a Fran que me cubriera las espaldas, aunque llevaba una Astra que era casi de la primera guerra mundial. Había detenido a El Peke cuando era un chaval, pero no le reconocí, y detrás solo veía una cabeza calva, la de su hermano. Me acerqué a pedirles la documentación pero no me dieron tiempo, El Peke sacó un revólver debajo del periódico y forcejamos, hubo dos tiros al aire. Mientras, su hermano Luis Ramiro sacó con ametralladora, una UCI israelí, y encañonó a Fran, que lo redujo con tal mala suerte que se cayó debajo de él. Recuperó la ametralladora y le encañonó. En el momento en el que le puso la UCI en la sien supe que habíamos perdido, no podía poner en peligro su vida", recuerda Carlos.

Los dos hermanos golpearon a los agentes con las culatas de las armas dentro del bar, y sacaron a rastras a la calle a Carlos. "Cuando iba a incorporarme del suelo Ramiro le dijo a su hermano que me matara, y éste no lo dudó y disparó. La bala se alojó muy cerca del pulmón y tuvieron que intervenirme porque una sola micra de pólvora que se alojara en el pulmón conllevaba una infección que pondría mi vida en peligro", explica a la vez que muestra en la espalda los tres costurones que a diario le recuerdan el atentado: uno de la bala y dos por el drenaje. Fran salió en su apoyo, y gracias a su rápida actuación los dos hermanos huyeron aunque les robaron las armas.

"Se trata de gente que no tiene nada que perder, si les pillan entran en la cárcel que son casi como hoteles de cinco estrellas para ellos. Si no los cogen, gastan el dinero en drogas y fiestas hasta que se acabe, y vuelven a perpetrar otro atraco", exponen.

Fran recuerda que a los dos hermanos se les relacionó con un atraco a un furgón blindado en Portugal y se les investigó por otro similar en Campo Lameiro, y es que las armas utilizadas habían pasado por sus manos. "Había un Cetme, a nosotros nos dispararon con una ametralladora...Usan armas de guerra, no son aficionados y no les importa utilizarlas y llevarse por delante a quien sea. Mientras les buscaban por el atentado que sufrimos se saltaron a tiros un control de la Guardia Civil y el coche patrulla quedó como un colador. Cuando Luis Ramiro se entregó, al verse acorralado, gastó toda la munición que tenía antes de tirar la escopeta y rendirse", explica Fran.

"La imagen que nos queda de los hermanos Martíns aquel día es la de unos violentos asesinos, al dispararnos querían sangre, buscaban nuestra muerte y no les importaba. Han pasado por una universidad especial que es la cárcel, y de los más de 20 años que les impusieron por el intento de homicidio a tres agentes, entre los que estamos nosotros y había otro de Redondela, sólo cumplieron 12. Son todavía más peligrosos que entonces y no les importa morir o vivir", coinciden los dos agentes vigueses.