Sabían lo que buscaban y dónde podían cogerlo. Los asaltantes del chalé del municipio pontevedrés de Nigrán conocían el interior de la vivienda y por ello guiaron a su propietario hasta las dos cajas fuertes con el objetivo de que les facilitase la recogida del dinero que querían llevarse. Testimonios tomados por la investigación y fuentes cercanas a la familia inciden en esta hipótesis que podría conducir las principales líneas de la investigación.

Cualquier persona que mantuviese una relación con la familia víctima del ataque, por muy breve que fuese, podría estar relacionada con lo ocurrido la madrugada del pasado lunes en el número catorce de la calle Antonexas, en el barrio de Alborés Pequeno, en la parroquia nigranense de Priegue. Agentes de la Policía Judicial de Vigo continuaban ayer en la zona para tomar declaraciones y rastrear el entorno de la lujosa vivienda en busca de pistas sobre el asalto que se producía pasadas las doce y media.

Además de tener clara la disposición de las cajas de la familia de Luis Cabaco Troncoso, mayorista de pescado, y su mujer, Carmela Meca, enfermera en el Hospital Meixoeiro de Vigo, los integrantes del grupo organizado habían encontrado la forma menos ruidosa y eficaz de entrar en la casa. Así, sin necesidad de romper nada, accedieron por una puerta, que estaba abierta, a un cuarto donde la familia cuenta con una despensa y un lavadero comunicados con la cocina. Dicha entrada se encuentra en la parte trasera de la casa, a la que se llega a través de un camino estrecho en medio de un monte.

De este modo, los atracadores habrían dejado sus vehículos a una distancia considerable de la casa, puesto que por el camino principal nadie vio ni oyó coche alguno. Acto seguido, se habrían introducido en el citado bosque y atravesado una propiedad privada para llegar a su objetivo. Si a estas dificultades se suman las propias de la zona apartada donde se encuentra la vivienda, alejada del área urbana del municipio y con pistas estrechas, cobra importancia la teoría de que los delincuentes controlaban por completo el lugar y la propiedad de los afectados.

Dejaron unas joyas

La invasión de la vivienda también fue rápida y sin destrozo alguno. A su dueño no le dio tiempo a reaccionar, según explicaba ayer su esposa. “Cuando se dio cuenta ya estaba atado” y obligado a abrir las cajas para que los asaltantes tomasen el dinero que le exigían, una cantidad entre 4.000 y 5.000 euros. Sólo aceptaban los billetes en efectivo que se encontraban en el refugio de seguridad, ya que dejaron allí mismo unas joyas que la mujer guardaba.

Mientras tanto, la hija mediana del matrimonio, una niña de 11 años que sigue a la mayor, de 15, intentaba escapar del lugar con su hermano pequeño, de sólo 3 años, para ponerlo a salvo de los delincuentes. Pero éstos se dieron cuenta y enseguida la atraparon y la tiraron al suelo para evitar su marcha. En el pequeño forcejeo que mantuvieron, la niña mordió en la cabeza al individuo que detuvo su huida. De hecho, su madre, indicaba ayer que presenta una pequeña lesión en un labio.

La banda salió rápidamente de la casa y el padre logró zafarse de las bridas que le ataban las manos para salir corriendo a pedir ayuda a los vecinos, que enseguida llamaron a la Guardia Civil y les prestaron atención ante el estado de nerviosismo que padecían.

“Ni siquiera los perros detectaron el asalto”

La conmoción por el atraco al chalé del barrio nigranense de Alborés Pequeno se extendió por la zona, aunque pocos fueron los que se atrevieron a hablar sobre el asunto. Los vecinos no habían tenido tiempo de reaccionar, pero sí se mostraban recelosos ante el sigilo con el que la banda de atracadores operó en el lugar. “Ni siquiera los perros detectaron el asalto. Sólo salimos a la calle cuando se pusieron a ladrar porque oyeron al vecino pedir ayuda, no antes”, explicaba ayer Gonzalo Sanromán, habitante de una casa próxima a la de Luis Cabaco, su mujer e hijos. El vecindario supo de lo ocurrido por el propio afectado, ya que ninguno oyó coches ni ruidos extraños en el lugar. Este joven se aventuraba ayer incluso a ofrecer una teoría sobre el caso. “Deben haber sido conocidos de la familia porque entraron sin mayor sobresalto y sabían que tenían dos cajas”, apuntaba.

Carmela Meca: “Por suerte todos están bien; ahora lo difícil será intentar olvidar lo ocurrido”

El susto de su vida. Carmela Meca, la esposa de Luis Cabaco, maniatado la madrugada del lunes en el asalto a su vivienda, vivió los minutos de angustia de su familia desde su puesto de trabajo. La mujer se encontraba en el Hospital Meixoeiro de Vigo, donde formaba parte del grupo de enfermeras del turno de noche, cuando recibió la llamada de su hija llorando. “Me decía que había ladrones en casa y oía llorar a los demás”, relataba ayer con la serenidad que le aporta su profesión. Los nervios se le juntaron la noche de los hechos. “Me puse nerviosa, claro, pero por otro lado sabía que estaban vivos porque los oía llorar a través del teléfono. Enseguida le dije a mi supervisor que me tenía que marchar y vine a casa”, señalaba.

La mujer se imaginaba lo ocurrido por el camino, pero nunca pensó que se iba a encontrar su casa intacta. “La verdad es que no fueron violentos para nada. Entraron por una puerta que estaba abierta y ni siquiera revolvieron nada, no les hizo falta”, afirmaba en relación a que los ladrones conocían la ubicación de las dos cajas fuertes que posee la familia.

Su imagen de encapuchados y armados con pistolas e incluso un puñal de dimensiones considerables era la única alusión violenta de los asaltantes, según lo que los niños y el marido contaron a Carmela Meca. “No les hicieron ningún daño, sólo a la niña la tiraron un poco del pelo cuando la tiraron al suelo”, explica respecto a su hija mediana, de 11 años, que trató de escaparse de la casa con su hermano pequeño y que mordió al ladrón que le impidió marcharse. “La verdad es que la niña fue muy valiente. Nunca me podría imaginar que reaccionase así ante un caso como este”, señalaba ayer la madre. El coraje de la pequeña se transformó en terror poco después del asalto, ya que todavía ayer se encontraba muy alterada por lo ocurrido, según indicaba su progenitora, quien aseguraba que todavía no había podido dormir desde los hechos.

La familia se enfrenta ahora al duro reto de continuar con el día a día. Por el momento será complicado, ya que pasaron varias horas prestando declaración ante la Policía Judicial de la Guardia Civil en Vigo y todavía registraron ayer visitas de agentes que investigan el asunto. “Por suerte todos están bien; ahora lo difícil será intentar olvidar lo ocurrido”, apuntaba Carmela con la esperanza de que sus hijos y su marido se recuperen pronto del episodio.

La afluencia de periodistas y curiosos a la zona impidió ayer a la pareja y los pequeños mantener la tranquilidad, pero esperan recuperarla próximamente.

Ante los medios de comunicación se manifestaba ayer el subdelegado del Gobierno, Delfín Fernández, quien insistía en que “es muy pronto para hacer hipótesis”. No obstante, aseguraba que el caso “tendrá resolución”, dada la eficacia que la Guardia Civil y la Policía Nacional demuestran con una tasa de detenidos por cada mil delitos en aumento.