En los momentos más difíciles pensaba en mi padre, que está muerto, y le rogaba: `papá, ayúdame, que venga la Miguela (su hermana) a buscarme". Así se sinceraba ayer Dolores O.G., la joven de 19 años, vecina de Manresa, que el viernes pasado fue liberada por los Mossos tras pasar dos meses secuestrada, sufriendo golpes y violaciones. Tras recibir ayer el alta médica en el hospital se refugió en casa de su hermana Miguela.

Retenida en un espacio de apenas 7,5 metros cuadrados, Dolores, que quiere que se le llame Lola, pensaba en su hija de tan solo un año de edad y se aferraba a la idea de seguir viva para volver a verla. "Cuando estaba desesperada y recordaba a mi hija, me hacía más fuerte; he aguantado todo esto por ella", recuerda.

Sentada en una butaca granate, en el piso de Miguela y acompañada por numerosos amigos, Lola revivía ayer por la tarde el dolor, pero con serenidad. La joven, con la cara marcada por los golpes, narraba a este periódico que estuvo encadenada por el cuello con una correa de perro, y que sus secuestradores apenas le daban de comer y de beber "mientras ellos se alimentaban delante de mí". Sospecha que en al agua que le daban diluían alguna sustancia somnnífera.

La joven manresana pasó dos meses soportando las agresiones y humillacions de cinco personas, que la raparon al cero, le hacían heridas y la golpeaban con una cadena, a la vez que le pinchaban con un arma blanca y la mantenían atada a la cama. Al mes de su secuestro, asegura, empezaron las agresiones sexuales por parte de una las cinco personas detenidas.

Tiene muy claras las fechas. Todo comenzó el día 29 del pasado mes de abril, cuando uno de los detenidos Juan E.J., de 25 años, fue a buscarla a su casa en Manresa para decirle que quería que fuera su pareja. La víctima explica que aceptó y se fue a vivir con él por que "entonces no estaba enamorada". El 23 de mayo, fecha del cumpleaños de su hija, es la última vez que Lola ve a la niña, y es la fecha en que comienza a sufrir agresiones de Juan y de Pascual E.G.

"Habían bebido alcohol y comenzaron a insultarme y pegarme sin motivo". Desde entonces, explica, las cosas se tuercen, la relación con Juan se acaba y quieren imponerle como nueva paraeja a su hermano Pascual. Es en ese momento cuando ella decide no tolerar la situación y quiere marcharse, pero ya no la dejan.

Los cinco supuestos secuestradores la retienen en una antigua caseta de transformadoras, situada en una zona de Centelles y la vejan continuamente. Expone que a los dos hermanos, Juan y Pascual, se suman en las agresiones la madre de ambos, Adelina J.A., de 49 años; Jéssica G.V., de 18 años y paareja sentimental de Juan, y Juan Gabriel B.I., de 18 años y amigo de la familia.

Todos ellos hacen turnos para vigilar a Lola, que el 1 de julio intenta escaparse. Realata que logró salir de la caseta, pero Juan y Pascual corrieron tras ella y la atrparon, llevándola al lugar de su encierro "por los pelos". Ese día, recuerda Lola, le rapan el pelo al cero.

Desde su liberación el viernes, la joven sigue por televisión las noticias que se dan sobre su caso. Ahora sólo espera poder recuperarse de las secuelas de su largo secuestro y "que se haga Justicia". Su familia ya ha denunciado el caso ante los tribunales y está a la espera de conocer cual será la situación jurídica de los cinco detenidos.

El titular del Juzgado de Instrucción número 2 de Vic (Barcelona) en funciones de guardia prorrogó ayer al mediodía la detención de los cinco arrestados por secuestrar y agredir sexualmente a la joven en Centelles tras tomarles declaración. Está previsto que hasta mañana no decida su situación.

A los detenidos les imputan delitos de detención ilegal, lesiones, omisión del deber de socorro, trato degradante, amenazas y coacciones. A uno de ellos, Pascual E.J., además, le atribuyen un delito de agresión sexual.

Según informó la Policía catalana, los detenidos presuntamente retuvieron durante dos meses a la chica, de 19 años, la agredieron reiteradamente y uno de ellos la violó. Los agentes la hallaron con el pelo rapado, hematomas en el cuerpo y heridas de arma blanca en las piernas.

La joven estaba tapada con una manta en una caseta de transformadores de luz abandonada, en una zona boscosa cerca del cementerio de la localidad. Sus captores, de etnia gitana al igual que ella, la mantenían atada y sólo le daban de comer de vez en cuando.

Según la investigación de los Mossos, la mujer fue retenida por una disputa familiar. Se fue a vivir a la casa de la familia de dos de los detenidos por voluntad propia para estar con su pareja, pero al acabar con la relación, no la dejaron irse.

Los agentes dieron con el escondite donde mantenían retenida a la joven después de iniciar una búsqueda por la zona y localizar a cuatro personas dirigiéndose hacia allí. Al llegar al recinto, encontraron a otra persona y a la mujer en un estado "deplorable", por lo que la que trasladaron al Hospital General de Vic, donde ayer le dieron el alta médica.