Carlos García / Pontevedra

No tenía intención de matar a su novia y estaba bajo los efectos de la cocaína. Ésta fue la alegación que realizó ayer en el juicio Jacobo Losada Sánchez, el acusado de matar a su compañera sentimental en el domicilio que ambos compartían en Porriño. El joven admitió que él y su pareja ya se habían "pegado bofetadas" en anteriores ocasiones, pero ayer no acertaba a explicar por qué en la noche del 25 de febrero de 2007 llegó al extremo de acabar con la vida de Carmen Karen Vargas Arispe. "No entiendo que pasó, no me lo explico y sigo sin explicármelo" afirmó.

Un tribunal popular juzga desde ayer este crimen en la Audiencia Provincial de Pontevedra. El acusado buscó una explicación a lo sucedido en el estado en el que se encontraba por la supuesta ingesta de drogas. "Estaba bastante colocado y bebido", aseguró, para añadir que "sin la cocaína no hubiera pasado lo mismo".

Jacobo Losada reconoció ser el autor de la muerte de su compañera sentimental, de nacionalidad boliviana, pero asegura que él "no tenía esa intención". Declaró que el día de los hechos cogió 50 euros del bolso de la víctima, salió de casa, compró cocaína y se fue con un amigo a un bar de Salceda en donde bebió y consumió cerca de dos gramos de esta droga. Entonces, él estaba en el paro y los únicos ingresos que llegaban a casa eran los de la mujer, que trabajaba en un local de alterne.

Relató que, estando en el bar, recibió un mensaje de móvil en el que la víctima le llamaba "ladrón" por llevarse los 50 euros y le decía que lo iba a abandonar. Regresó al piso y allí se encontró con la mujer enfadada no sólo por el dinero que se había llevado, sino también por el estado en el que llegaba a casa: "Estaba alterada, tirándome vasos y más cosas y mi única intención era calmarla". Recalcó la fiscal que él, pese a las indicaciones de la mujer diciéndole que no se acercara, se dirigió hacia ella. Fue entonces cuando la mujer cogió un cuchillo con la intención, según el Ministerio Público, de defenderse.

Miedo

No obstante, el acusado asegura que sintió miedo de que "me pudiera clavar el cuchillo", por lo que él le lanzó una mochila para desprenderla del arma, como ocurrió. "Luego me abalancé sobre ella", dijo, para añadir que a continuación la tiró al suelo con él encima. "Le tapé la boca para que parase de gritar y de insultarme y la intenté reducir para que no cogiera el cuchillo, ya que estaba forcejeando para agarrarlo", explicó. No obstante, un guardia civil declaró después que el cadáver estaba lo suficientemente alejado del arma como para que la víctima pudiera alcanzarla.

El procesado reconoció que, después, le apretó el cuello. Asegura que no calibró bien la fuerza que empleó en todas estas acciones y que, en un primer momento, pensó que no le había quitado la vida ya que la mujer todavía se movía, "como si respirase", aclaró. Salió del piso y regresó más tarde. Dice que fue entonces cuando se dio cuenta de lo que había hecho. "La intenté reanimar, luego di varias vueltas por la casa, me fumé un cigarro e hice lo que creo que tenía que hacer. Llamé a la Guardia Civil y les dije que había matado a mi pareja". El acusado pidió disculpas por el crimen y señaló que "cumpliré todo lo que tenga que cumplir por ello".

En la jornada de ayer también declararon los médicos forenses. Según estos profesionales, Carmen Karen Vargas murió por la obstrucción de las vías respiratorias, concretamente le taponaron la boca y la nariz, lo que le impidió respirar y le provocó la muerte en un tiempo de "entre uno o dos minutos". Estos mismos peritos aseguraron que la droga que había consumido el joven -dio positivo en cocaína- no alteró sus facultades. Concretamente, no le afectó "a su capacidad de conocer ni de actuar". Mientras, los guardias civiles dijeron que el acusado se mostró "colaborador" y "asumió su error".

Tras la conclusión del juicio, el jurado popular deliberará hoy para emitir un veredicto. La fiscal rebajó de 13 a 12 años su petición de cárcel para el procesado por un delito de homicidio: cree que Jacobo era consciente en todo momento de lo que hacía y que la mujer intentaba defenderse del atacante. La acusación pública también solicita una indemnización para cada una de las dos hijas de la víctima de 60.000 euros. Ambas son menores de edad.

La defensa solicita la pena mínima por un homicidio (siete años y medio) o, en su caso, dos años por homicidio imprudente.