Cuando el miedo a la muerte no te deja vivir

La tanatofobia puede tener un impacto significativo en el bienestar emocional y en la calidad de vida de quien la padece

Imagen de una cruz en un paisaje nocturno.

Imagen de una cruz en un paisaje nocturno. / Marcos Osorio

M. González

M. González

Muerte: 1. f. Cesación o término de la vida.

2. f. En el pensamiento tradicional, separación del cuerpo y el alma.

Son las dos primeras acepciones de la palabra muerte en el diccionario de la Real Academia Española. “Las ciencias naturales entienden la muerte como un proceso biológico irreversible de todo ser vivo, sin embargo, quedarse con esta definición no es suficiente para entender el proceso en su totalidad”, expone el antropólogo Alberto Vilaboa. “La antropología, por ejemplo, reflexiona sobre la muerte, no tanto como hecho biológico o esotérico, sino por su significado sociocultural. No cabe duda que es un suceso doloroso asociado a la pérdida de un miembro de la comunidad, que cada cultura entiende e interpreta según su cosmovisión”, afirma.

Temor y miedo

Se trata de un suceso que genera temor y miedo entre muchas personas y culturas. Un miedo que puede derivar en tanatofobia. “Se refiere al miedo intenso e irracional a la muerte o a todo lo relacionado con ella, como funerales, cementerios o enfermedades terminales”, explica la psicóloga Paula Rodríguez. “Las personas que padecen tanatofobia pueden sentir una ansiedad abrumadora al enfrentar pensamientos sobre su propia mortalidad o la pérdida de seres queridos y este temor puede tener un impacto significativo en su bienestar emocional y en su calidad de vida”.

La historia de la tanatofobia “está estrechamente ligada a la cultura y las creencias sobre la muerte en diferentes sociedades”, dice la psicóloga. “Se cree erróneamente que tiene su origen en el cristianismo, pero desde que el ser humano tiene un cerebro reflexivo la preocupación sobre la muerte ocupa un papel central en todas las culturas desde tiempos ancestrales… De hecho, podemos encontrar numerosas referencias a la muerte en las diversas historias mitológicas de todas las culturas”, prosigue.

Estructura social

“Desde un punto de vista antropológico, la muerte rompe de forma radical las relaciones entre los miembros de la comunidad de referencia, es decir, afecta a la estructura social”, expone Alberto Vilaboa. “Para armar de nuevo esa ruptura, adaptarla a la cotidianidad, hay que reconstruirla a través de una escenificación, lo que se conoce como ritual de paso y de unión. La diversidad de los ritos puede contar muchas cosas sobre el mundo en que vivimos. Por ejemplo, en las sociedades “tradicionales” o, mejor dicho, menos influenciadas por la producción y el consumo en serie, la relación directa con los recursos, la propiedad de la tierra y los pastos es de vital importancia”, afirma.

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Alberto Vilaboa, antropólogo

“Cada cultura la entiende e interpreta según su cosmovisión”

“Desde esta lógica de “producción-reproducción”, prolongar simbólicamente la vida después de la muerte o venerar a los espíritus de un “clan” familiar legitima los derechos ancestrales sobre la tierra y equilibra las relaciones entre vecinos por medio de lazos de parentesco o mitos compartidos”, afirma el antropólogo. “En las sociedades tecnológicas modernas donde prima la individualidad, incluso lo virtual, frente a la reciprocidad, la muerte se restringe al ámbito privado. Se tiende a ocultar el hecho natural de morir, como si no fuese parte de la vida que, además, iguala a todos los seres humanos”.

Miedo a lo desconocido

Entonces, ¿por qué tenemos miedo a la muerte? “En primer lugar, porque nos da miedo lo desconocido”, expone Paula Rodríguez. “La incertidumbre siempre genera cierto grado de ansiedad, pero en vida podemos resolver de alguna manera esta incertidumbre analizando los hechos y las señales del presente. En el caso de la muerte no tenemos nada a lo que agarrarnos para estar tranquilos. Nadie ha venido del más allá para contarnos qué sucede”.

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Paula Rodríguez, psicóloga

“Se ha convertido en un tema tabú y se disfraza con eufemismos”

Otro motivo es “porque la muerte representa una pérdida de control sobre la propia existencia y nuestro entorno”: “Nos da miedo no sólo nuestro dolor, sino el dolor que podemos dejar a la gente que queremos tras nuestra muerte, sobre todo cuando vemos a las personas que nos rodean dependientes de nosotros o con falta de autosuficiencia para continuar su vida. Es bastante común que en ciertas etapas de nuestra vida surja este miedo de manera espontánea y abrupta. Por ejemplo, cuando acabamos de ser padres o cuando hemos perdido de forma repentina a un ser querido. Estos eventos, a pesar de representar la dualidad vida-muerte, nos hacen ser conscientes de lo efímera y finita que es la existencia humana”.

Eufemismos

En tercer lugar, Paula Rodríguez explica ese miedo porque “en la actualidad la muerte se ha vuelto un tema tabú y lejos de tratarlo como algo natural se intenta evitar o se disfraza con eufemismos, especialmente cuando tratamos el tema con los niños (“está en el cielo”, “se convirtió en estrella”, “se quedó dormido y no despertó”). Con ello estamos generando una ilusión distorsionada, la idea de que somos inmortales. No se educa para aceptar que al final lo único de lo que podemos tener certeza es que todos nos vamos a morir, por lo tanto, no se acepta”. Y evoca una frase de Haruki Murakami, en su best seller “Tokio Blues”: “La muerte no existe en contraposición a la vida sino como parte de ella”.

Juicio social

“Todas las personas en mayor o menor medida vamos a experimentar miedo a la muerte a lo largo de nuestra vida”, dice la psicóloga. “Pero las personas que sufren de tanatofobia experimentan este miedo de manera mucho más intensa. Es común que alcancen niveles altos de ansiedad al enfrentar pensamientos sobre la muerte, su propia mortalidad o la pérdida de seres queridos y afectar la capacidad para llevar una vida cotidiana normal”, destaca.

“También puede llevar a sentimientos de tristeza profunda y desesperanza e incluso cierto aislamiento social y una evitación de eventos sociales como los entierros y funerales que puede ser percibido por los demás como una falta de respeto en lugar de un problema. De hecho, las personas que padecen tanatofobia no suelen compartir sus miedos con los demás por miedo y/o vergüenza al juicio social”. Sin embargo, la psicóloga afirma que “la tanatofobia puede afectar significativamente la calidad de vida de una persona, hasta el punto de bloquear por completo su capacidad para disfrutar de actividades diarias, trabajar eficazmente o mantener sus relaciones sociales”.

Ansiedad

¿Cómo afrontarlo entonces? “Algunas personas encuentran consuelo en su fe, ya sea a través de la creencia en una vida después de la muerte, la reencarnación o la idea de un propósito más grande detrás de la existencia. Para los que no son creyentes, tratar de gestionar la ansiedad generada puede ser más complicado debido a que no hay esta esperanza en una nueva vida.

Para unos y otros, si los síntomas de la tanatofobia se vuelven paralizantes, la mejor recomendación es abordarla con terapia con las mismas técnicas y procedimientos que se abordaría una fobia”, afirma Rodríguez:” Bajo mi punto de vista el mejor enfoque es intentar vivir una vida coherente con nuestros principios, tratar de resolver los conflictos y las brechas emocionales que tengamos con las personas que nos importan para que no dejen cabos sueltos, ya que así no tendremos miedo a cómo se queden, y si nos han anunciado que nuestra muerte se acerca, saber despedirnos con dignidad.

Pero, sobre todo, centrarnos en el presente, dejar de volar tanto el futuro y disfrutar de los momentos que nos ofrece la vida y en las relaciones significativas. En resumen: vivir de una manera en la que, aunque nos llegue el final mañana, estemos satisfechos con el viaje”.

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