Mantas para bebés tejidas a partir de restos de leche

La gallega Inés Rodríguez, Premio Nacional de Artesanía con su proyecto ‘D-Leite’, que crea telas con fibra de proteína láctea

Adriana Quesada

“Yo en principio era funcionaria en excedencia y trabajaba en Pontevedra, pero cuando me trasladé a Ourense tuve un percance familiar que hizo que decidiera tomarme un tiempo de descanso”, relata Inés Rodríguez, quien es la cabeza de un taller de artesanía textil con el nombre de Inés RiR&Co en Allariz. El pasado viernes, este taller ganó el Premio Nacional de Artesanía en la categoría de Producto.

A pesar de que tenía muchos cursos hechos porque, en un inicio quería estudiar Bellas Artes, Inés Rodríguez aprobó las oposiciones rápido y al momento se puso a trabajar. Sin embargo, sin esperárselo, en 2017 terminaría por decidir dedicarse plenamente al mundo de la artesanía como emprendimiento. “Vi una oportunidad y abrí mi taller en Allariz. Añadimos una tienda, un lugar visitable, un espacio físico donde la gente nos pudiera encontrar”, explica.

El trabajo de Inés Rodríguez destaca por ser textil y, sobre todo, por el uso de distintos componentes para conformar tejidos. Entre sus proyectos de innovación se encuentra usar fibra óptica o fibra de proteína láctea con este propósito. “Me encantan los tejidos, me encanta el arte y todo lo que tiene que ver con la respuesta de la gente. Busco materiales nuevos porque me interesa buscar opciones sostenibles y experimentar con productos que puedan ser diferenciados para el público, que podamos tener otro horizonte para la artesanía tradicional”, comenta.

Y es que ella, al igual que muchas “señoras del medio rural”, usa un telar manual con una técnica simple y básica. “Lo que sí que hay es un gran trabajo de diseño y de investigación detrás de todos los productos que hacemos”, explica todo lo que hay detrás.

En 2016 empezó a investigar sobre nuevas fibras, interesándose especialmente por las biodegradables. Fue así como encontró la fibra de proteína láctea y, aunque tardó tres años para conseguir que se la vendieran, en 2019 pudo lanzar su primer prototipo: “Quería ver cómo se comportaba. Cuando la recibí me recordó a la maternidad, que para mí es algo muy importante. Tuve la oportunidad de unir la sostenibilidad y la calma en una sola cosa”, reflexiona Inés.

Freno por la pandemia

A partir de ahí presentó el proyecto, pero la pandemia lo frenó todo hasta que, en el 2021, pudo volver a comercializarse. Fue así como ese mismo año les dieron premio en el I Certamen de Materiales Innovadores de Galicia en la Categoría Artesanal que organiza GAIN (Axencia Galega de Innovación e Deseño). D-Leite fue uno de los proyectos finalistas a los Premios Nacionales de Artesanía de la Escuela de organización Industrial (EOI) en la categoría de Producto, que finalmente ganó. La decisión se conoció el pasado viernes, 15 de diciembre.

Y es que estas mantas tienen una serie de características que las hacen únicas. “Son hipoalergénicas y, por el olor a lactancia y a la madre, son capaces de calmar a los bebés. En los primeros días de vida el sentido que más usa el ser humano es el del olfato, así que tiene ese un beneficio neurológico”, explica Inés.

Pero no solo eso, sino que también está comprobado su ciclo de vida. “Contactó con nosotros una persona que estaba haciendo una tesis en la Universidad de Santiago pidiendo un poco de la fibra para estudiarla y pudimos ver que se biodegrada en 6 semanas cuando está en un sitio donde esto se pueda producir, como es un vertedero. La lana tarda un poco más, casi un año”, argumenta.

Proceso de creación

“Tenemos un telar permanentemente hecho y realizamos las mantas bajo demanda”, explica Inés. A pesar del esfuerzo, no son capaces de tener mantas en stock. “Una vez preparado el telar vamos tejiendo las mantas, cada una es única. Después se remata, cose y borda a mano con unas hilaturas que suelo preparar en verano. Además, para darles color usamos tintes naturales que hago a partir de helechos, moras, cáscaras de cebolla o ramas de zanahoria”, relata.

Y es que es cada vez más necesario “repensar los productos que tenemos y buscar el beneficio para la salud”. Según señala Inés, la industria textil está en busca de nuevos tejidos que no contribuyan al “grave problema de contaminación” que ya tenemos. Es por eso que la fibra de leche cumple con todos los requisitos, ya que se obtiene a partir de los restos de leche que no son aptos para el consumo humano. “Se construye la fibra de forma sintética con componentes naturales. Cuando va al sitio donde se tiene que biodegradar, se integra otra vez en la naturaleza. Yo busco eso, materiales naturales. Los diseñadores están obligados a pensar en el ciclo posterior a la vida del producto”.