Obesógenos, químicos ‘que engordan’

Estos disruptores endocrinos provocan alteraciones en el tejido adiposo, promoviendo la ganancia de peso, y alteran el normal funcionamiento de las hormonas y la microbiota

Latas de bebida.

Latas de bebida. / FdV

No engordan por sí solos, pero pueden aumentar la susceptibilidad a ganar peso, especialmente cuando la exposición se da durante el desarrollo fetal y los primeros años de vida. Son los obesógenos, disruptores endocrinos presentes en el ambiente, alimentos y productos que favorecen la producción de las células grasas llamadas adipocitos y que pueden entrar en el organismo a través de la piel, la vía digestiva y la vía respiratoria. Estos productos químicos podrían explicar por qué la obesidad afecta cada vez a más millones de personas en todo el mundo, ya que los factores genéticos, la alimentación inadecuada y el sedentarismo no parecen explicar por sí solos esta epidemia.

La lista de productos obesogénicos es larga: el bisfenol A (BPA) –tal vez el más conocido por emplearse hasta hace poco en el revestimiento de las latas de conserva y de bebidas, tápers y botellas–, el afectdietilestilbestrol (DES), los bifenilos policlorados, los compuestos orgánicos derivados del estaño, la genisteína y los ftalatos, los éteres de polibromodifenilos, las sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas, los parabenos, la acrilamida, los alquilfenoles, el dibutilestaño y algunos metales pesados como el cadmio y el arsénico, presentes en muchos de los productos de uso diario, como detergentes, fungicidas y pesticidas –que se acumulan en la cadena alimenticia–, insecticidas, alimentos, cosméticos, envases de plástico, latas de conserva, humo del tabaco y ropa. Esto quiere decir que, aunque en dosis bajas, la exposición a estas sustancias químicas es constante. Estudios en grandes poblaciones han detectado su presencia en el 95% de los sujetos analizados.

Ya en 2002, Paula Baille-Hamilton, profesora de la Universidad de Stirling (Escocia), formuló la hipótesis de la relación causal entre el aumento de la frecuencia del sobrepeso en la población adulta y el aumento de la producción de sustancias químicas industriales Poco después, se acuñó el término obesógeno para nombrar a las sustancias químicas que polucionan el medio ambiente y que, incorporadas al organismo, pueden interferir con la regulación y conservación de la energía. Desde entonces, cada vez son más los estudios que relacionan la presencia de obesógenos con el aumento de casos de obesidad.

Un estudio de 2010, realizado por un grupo de científicos de varios países y publicado en “Proceedings of The Royal Society” estudió distintas poblaciones de animales que vivían bajo la influencia de los humanos –en casa, zoológicos y laboratorios– y constató que todas ellas habían engordado a pesar de que continuaban alimentándose de pienso. El estudio reveló que esto podía deberse a ciertas sustancias empleadas para fabricar los envases alimenticios empleados asiduamente. Esto explicaría por qué tanto los humanos como los animales domésticos están cada vez más gordos, ya que la exposición a estos compuestos es constante.

"Los disruptores endocrinos están por todas partes: el aire, los alimentos, los envases...”

Amil López Viéitez - Nutricionista y farmacéutica

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En 1999, la farmacéutica y nutricionista viguesa Amil López Viéitez presentó su tesina sobre la presencia de bisfenol A en las latas de conserva. Desde hace décadas se conocía ya el papel esencial de este químico en el mecanismo inmunitario celular y sus efectos adversos en el sistema reproductivo, el sistema de desarrollo y el sistema metabólico. Ahora se sabe también su papel obesógeno: un estudio de la NYU School of Medicine de Nueva York publicado en la revista “JAMA” indica que los adolescentes con altos niveles de BPA tienen mayor probabilidad de ser obesos.

“Los disruptores endocrinos están por todas partes en el aire, los alimentos, los envases, los cosméticos, productos solares, productos de limpieza, electrodomésticos...”, advierte.

La experta explica que los disruptores endocrinos, entre los que se encuentran los obesógenos, son sustancias químicas con actividad hormonal. Con una estructura similar a la de las hormonas (estrógenos, andrógenos, hormonas tiroideas...), “confunden al sistema endocrino”, de manera que ponen en marcha reacciones químicas similares a las del organismo humano. Pueden, también, bloquear los receptores hormonales de las células, de manera que impiden su acción normal, lo que provoca la alteración (disrupción) del sistema endocrino, y tienen efectos adversos en la microbiota.

Además, tienen la capacidad de atravesar la placenta y llegar hasta el feto, y también pueden estar presentes en la leche, por lo que pasan de madres a hijos. “Estos compuestos químicos se acumulan en el tejido graso y son transmitidos a la descendencia durante la gestación y la lactancia”, explica Viéitez, que señala que los nonatos y neonatos son las poblaciones más vulnerables a los disruptores.

De hecho, en 2005 las autoridades sanitarias prohibieron la utilización de algunos de estos químicos en la fabricación de juguetes y en 2011 el bisfenol en biberones. Asimismo, desde 2012 se han prohibido más de 700 en cosmética. “Las autoridades sanitarias deben adoptar el ‘principio de precaución’ para establecer un control más estricto de estos contaminantes ambientales”, opina.

El pasado 19 de abril, la Autoridad Europea de Sanidad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés) reconoció que la exposición actual al BPA, a través de la dieta, constituye un elevado riesgo para la salud humana y estableció que el nuevo umbral de exposición debe ser 20.000 veces inferior al actual, lo que en la práctica significa eliminarlo de todos los productos en contacto con comida o bebida. En España está prohibido su uso para envases desde enero de este año.

Los disruptores no persistentes, como los parabenos y bisferoles, permanecen en el organismo varias horas, pero otros, los llamados persistentes, como ciertos pesticidas, pueden permanecer hasta diez años. “Desde los años 40 se han diseñado más de 600 productos químicos básicos para combatir insectos, malas hierbas, roedores y otros organismos ‘perjudiciales’ en agricultura; desde la Segunda Guerra Mundial se han liberado al medio ambiente, en grandes cantidades, productos químicos derivados de actividades industriales, y cada año se introducen en el mercado 1.000 nuevos productos de síntesis”, comenta.

Entre los factores más preocupantes de estos productos, la especialista señala su baja biodegradabilidad, el transporte a otros lugares por el aire, el agua y la bioacumulación en la cadena alimentaria. La parte positiva es que cada vez hay una mayor regulación sobre estos productos y que se puede limitar su contacto con ellos.

Algunos trucos para evitar los disruptores endocrinos

La farmacéutica Amil López Viéitez aporta una lista de disruptores endocrinos y algunos consejos para evitarlos en la medida de lo posible:

Botellas de plástico.

Pueden contener ftalatos, que se liberan por exposición al calor y al sol. Es preferible utilizar un filtro y beber agua del grifo o comprar el agua embotellada en cristal.

Envases de plástico.

El bisfenol A se encuentra en plásticos de policarbonato y resinas que se utilizan en recipientes que almacenan alimentos, como los tápers, y en latas de conserva y bebida. Por eso es aconsejable calentar la comida en recipientes de cristal. España prohibió en enero de 2023 su uso en estos envases.

Productos de limpieza.

Todos los productos de limpieza contienen disruptores como el triclosán, tensoactivos y almizcles sintéticos. Es aconsejable ventilar los interiores. Como alternativa: detergentes biodegradables.

Cosmética.

Es aconsejable usar productos sin parabenos, que se usan como conservantes, ni triclosán, que es un antibacteriano. En 2017 se prohibió el uso de este último en la higiene, pero no en cosmética, por eso es importante leer las etiquetas y adquirir cosméticos de calidad farmacéutica.

Sartenes con teflón.

Cuando el recubrimiento de teflón de la sartén se daña, es mejor tirarla, ya que puede liberar PFOA y pasar a la comida. Otra opción es apostar por las sartenes de hierro fundido o cerámica, que no llevan teflón.

PFOA en palomitas y comida rápida.

El ácido perfluorooctanoico (PFOA) se utiliza para evitar que la grasa traspase la bolsa o el paquete de palomitas o de comida rápida.

Bandejas de poliespán.

El poliespán, también conocido como porexpan, EPS o poliestireno expandido, puede liberar poliestireno en contacto con alimentos o bebidas calientes.

Grasas animales.

Estos disruptores endocrinos son muy lipofílicos, por lo que están presentes en mayor concentración en alimentos ricos en grasa como la carne, la leche, pescado, huevo y derivados. El consejo: moderar su ingesta e incrementar la de proteínas vegetales.

Ropa

Los estampados plastificados y las prendas técnicas que resisten el viento, la lluvia o el fuego (propiedades ignífugas) pueden contener disruptores endocrinos. Es importante comprobar siempre el etiquetado y comprar tejidos naturales como algodón, lino y seda.

Hogar

En casa estamos rodeados de utensilios plásticos: mandos de la televisión, móviles, acabados de los electrodomésticos... Si el colchón tiene tratamiento retardante para el fuego también se está en contacto con disruptores endocrinos durante el sueño.

TRES NOTAS

  • 1. Qué son y dónde se encuentran

    Los disruptores endodrinos son contaminantes con actividad hormonal presentes en el aire, los envases, los alimentos, los cosméticos...

  • 2. Principales efectos que provocan

    Además de a la ganancia de peso, se asocian con infertilidad, menopausia precoz, problemas de tiroides, tumores...

  • 3. Los colectivos más vulnerables

    Las poblaciones más vulnerables son los fetos y los bebés lactantes, ya que estos productos pueden afectar a su correcto desarrollo.

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