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Ponerse en la piel del mayor

La Universidad de Granada presentará en Vigo su ‘traje de la vejez’, que simula las limitaciones físicas y sensoriales susceptibles de ser padecidas a partir de los 85 años

Ponerse en la piel del mayor

Cuando una persona mayor tarda en salir de una habitación, en levantarse, en cruzar un semáforo o en coger una cosa de una estantería no es porque quiera llamar la atención o porque disfrute haciendo que otros esperen por ella. Un traje que recrea los achaques más comunes susceptibles de ser padecidos en la vejez demuestra que no es así. El profesor de Psicología Evolutiva y gerontólogo José Luis Cabezas Casado lo emplea con sus alumnos del máster en Gerontología, Dependencia y Protección de los Mayores de la Universidad de Granada (UGR) con la finalidad de que sientan en su propia piel cómo afecta la vejez al día a día y lograr una mayor inclusión efectiva y empática.

“Lo que intentamos es que los profesionales que van a trabajar con personas mayores empaticen con lo que sienten física y sensorialmente, que el que no puedan moverse o el quejarse no es una llamada de atención, sino una consecuencia de los dolores y de esa pesadez que sienten 24 horas, siete días de la semana”, explica el gerontólogo, que presentará este simulador del envejecimiento en el marco del XXXIII Congreso Internacional de la Sociedade Galega de Xerontoloxía e Xeriatría (SGXX), que se celebra los próximos días 9 y 10 en Vigo.

Este ‘traje de la vejez’, desarrollado en Alemania, es, en realidad, un conjunto de equipaciones “tecnologizadas” que simulan los distintos achaques que suelen aparecer con la edad, especialmente a partir de los 85 años, que es cuando puede comenzar el deterioro más severo. Teniendo en cuenta los datos del INE a 1 de enero de 2022, 1.607.697 personas podrían sufrir estos achaques en España.

Cabezas explica que esta herramienta incluye unos auriculares que reproducen los acúfenos; seis gafas diferentes que simulan otras tantas patologías visuales, como el glaucoma, las cataratas y el desprendimiento de retina; un collarín que impide el movimiento del cuello; un corpiño que simula la cifosis (encorvamiento de la espalda); otro corpiño con pinchos en su interior que recrea el dolor de espalda y que se coloca junto a otro que pesa unos 15 kilos para intensificar ese dolor y la sensación pesadez; unas rodilleras que simulan el dolor de rodillas; guantes con electrodos que provocan descargas y generan los temblores del párkinson; unos patucos que impiden doblar los tobillos; y pesos en muñecas y tobillos.

“Todo este equipamiento equivale a lo que siente una persona de 90 años con todos estos achaques”, explica el profesor universitario.

Sus alumnos están al menos una hora con el simulador completo mientras hacen actividades cotidianas como pasear, tomarse un vaso de agua o comer para que comprueben cómo afectan estas limitaciones al día a día “Es una experiencia vivencial enorme que no se olvida. Pero yo siempre les recuerdo que a estas dificultades físicas y sensoriales, hay que sumar pérdidas cognitivas y sociales, disfuncionalidad en el mundo laboral y pérdida de economía, que también afectan a muchas personas mayores”, añade.

El gerontólogo asegura que ésta es una vivencia que debería experimentar toda la población, no solo los profesionales que van a trabajar con personas mayores, para evitar casos de edadismo. De hecho, le gustaría en el futuro poder llevar este ‘traje de la vejez’ a los centros educativos. “Nos ayudaría a comprender, ya desde pequeños, que pueden existir estas limitaciones cuando llega la vejez y que el envejecimiento no se improvisa, que hay que prepararse también porque los estilos de vida influyen mucho en algunos de estos achaques”, afirma.

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