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Renunciar a la lactosa y al gluten... sin consejo médico

El 22% de los gallegos excluyen la lactosa de su dieta y el 5%, el gluten, la mayoría sin que medie un diagnóstico

Una mujer escoge un cartón de leche en un supermercado. | // R.C.

Más de una quinta parte de los ciudadanos de Galicia, concretamente el 22 por ciento, excluye la lactosa de su dieta. Un porcentaje más reducido, el 5%, prescinde de los alimentos con gluten. Estos datos, incluidos en el primer informe “Tendencia de exclusión alimentaria en la población española”, de la Academia Española de Nutrición y Dietética y la Fundación Mapfre, están en una línea similar a la media nacional: en el conjunto de España son el 25% los que evitan la lactosa y el 8% los que renuncian al gluten, siendo estos dos los regímenes de exclusión más seguidos tanto en Galicia como en todo el país. Según este estudio, hasta el 72% de quienes excluyen el gluten o la lactosa de su dieta lo hacen sin atender a un diagnóstico médico.

“Bebo leche sin lactosa porque la leche entera me hace daño en el estómago, y tomo mucha”, explica María, una viguesa de 48 años que solo elige briks de leche desnatada sin lactosa acude va al supermercado. Reconoce, sin embargo, que no lo hace por prescripción médica, sino porque ha comprobado que le sienta mejor. Y consume habitualmente quesos, que están elaborados con leche entera con lactosa.

Que María haya tomado esta decisión sin que mediase un diagnóstico no es excepcional. Según el informe, se estima que el 61% de quienes excluyen la lactosa y el 72% de quienes rechazan el gluten lo hacen sin ningún tipo de indicación médica.

Así lo explicaron ayer en la presentación del informe Giuseppe Russolillo, presiente de la Academia Española de Nutrición y Dietética, y la doctora Eva Arranz, de la Fundación Mapfre, quienes insistieron en la necesidad de que, antes de decidir eliminar algún nutriente de la dieta o apostar por una alimentación restrictiva –“cuyas consecuencias sobre la salud solo se conocen a largo plazo”, incidieron–, se pase por la consulta de un médico. De hecho, el estudio –para el que se han realizado 3.150 encuestas– pretende conocer la motivación y el objetivo de las exclusiones alimentarias, si el cambio en el patrón dietético está justificado desde el punto de vista científico y, en caso contrario, si entraña un riesgo para la salud humana.

Del documento sobresale que, aunque no estaría justificada desde un punto de vista científico en un 61% de los casos, se estima que un 25% de los encuestados en España lleva una alimentación libre de lactosa y el 64% extiende este hábito a su familia. Algo parecido sucede con el gluten. Un 8% de los encuestados asegura seguir una dieta sin gluten, y un 70%, la hace extensiva a sus familias.

El informe también revela la posible relación entre quienes siguen dietas libres de gluten y lactosa. Un 79% de los que evitan el gluten excluyen también lactosa; y el 56% de quienes adoptan una dieta sin lactosa, hacen lo mismo con el gluten.

El doctor Russolillo subrayó la necesidad de que esa decisión de excluir un alimento de la comida esté indicada por un especialista: Si se habla de dieta sin lactosa, seguirla sin un diagnóstico de intolerancia total o parcial podría incrementar el riesgo de ingesta inadecuada de calcio, impactando negativamente,de modo particular, en la salud ósea (aumento del riesgo de osteoporosis a medio plazo y de fracturas óseas a largo plazo).

Otras dietas de exclusión presentes en los hábitos de los españoles son la flexitariana (7%), caracterizada por una baja ingesta de carnes, pero que prioriza la blanca y magra; la vegetariana (4%), que excluye carnes y pescados, pero puede permitir lácteos y huevos; y la vegana (0,8%) que no admite ningún alimento de origen animal.

Los alimentos, los nutrientes y los ingredientes percibidos como “menos saludables” por los gallegos son, al mismo tiempo, los más excluidos total o parcialmente, tanto por las personas encuestadas como por su ámbito familiar: aceite de palma, grasas hidrogenadas o trans (90%), bebidas azucaradas (79%), aditivos (77%), bebidas edulcoradas (77%), galletas, bollería y dulces (67%) y bebidas con alcohol (66%).

Resulta curioso, reseñan los especialistas, que en el caso de los aditivos, a pesar de que son ingredientes avalados por la Autoridad Europea en Seguridad Alimentaria y que muchos de ellos sirven para mejorar la seguridad de los alimentos, son percibidos como “malos” y los evitan 7 de cada 10 personas. Los expertos piden un trabajo de “educación alimentaria” para explicar la función que cumplen estos ingredientes en la conservación de los alimentos.

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