El MARCO, en Vigo, acoge hoy la presentación del libro “A porta do inferno. O campo de concentración de Camposancos na Guarda”, de José Antonio Uris y Víctor Manuel Santidrián. En él dan detalles de este lugar, uno de los once campos de concentración habilitados por el franquismo en Galicia.

La obra, apoyada por la Fundación 10 de marzo, describe cómo el antiguo colegio de los jesuitas construido en el siglo XIX y que tras ser abandonado por los religiosos en 1932 para su traslado a Vigo –por la incautación del inmueble por el Gobierno de la II República– se convirtió en “uno de los mayores campos de concentración del franquismo”, señalan desde la Asociación Camposancos por la memoria histórica.

Dichas instalaciones alojaron a más de 5.000 presos cuando en un inicio se calculaba que encarcelarían a poco más de 860. Desde 1936 hasta 1941 se fue llenando de prisioneros que procedían principalmente del frente de Asturias que cayó en octubre de 1937.

Fue en el año 1938, cuando llegó al lugar el Tribunal que celebró consejos de guerra sentenciando a muerte a 225 personas. De estas, un total de 171 fueron ejecutadas. Estos asesinatos no solo se perpetraron allí, también fueron llevados presos a Celanova, Vigo, Ourense y Figueirido.

No obstante, 49 presos fueron enterrados en una fosa común junto al cementerio de Sestás (A Guarda). De hecho el 1 de noviembre de 1974 –cuenta el libro– fue el primer día que se saltó el muro del campo abandonado para rendirle homenaje a los fusilados en una ofrenda colectiva que adquirió carácter anual.

A día de hoy hay un movimiento que busca convertir el antiguo campo de concentración en un centro de interpretación musealizado de lo que fue la represión franquista durante la Guerra Civil y posteriormente.

Este sería un centro de referencia para Galicia y España conectado también con campos de concentración europeos.