La pedagoga viguesa Antía Cal, quien está considerada como la precursora de la escuela del siglo XXI en Galicia tras haber revolucionado la docencia en los años 60, ha fallecido esta mañana en Meira, Moaña, a sus 98 años de edad. Antía Cal nació en La Habana el 18 de abril en 1923, fruto de la emigración cubana, y llegó a Galicia con nueve años de edad para afincarse en la ciudad olívica y estudiar Comercio, siguiendo la voluntad de su padre. Sin embargo, al finalizar la Guerra, Cal también cursó Magisterio para continuar después con Filosofía y Letras en la Universidad de Santiago de Compostela, especializándose en Geografía y Pedagogía.

Años más tarde, fue un14 de septiembre de 1961 cuando Antía Cal abría en la calle Pizarro las puertas de un colegio que no solo fue pionero en Vigo y en Galicia por su innovadora concepción pedagógica (escuela laica, mixta, igualitaria y abierta), sino por su carácter bilingüe y trilingüe en la práctica. El Rosalía fue en Galicia un foco de irradiación progresista de las nuevas tendencias pedagógicas, ya que por primera vez, y en pleno franquismo, las lenguas vehiculares que se adoptaban en un colegio gallego eran el castellano y el inglés, junto con el gallego, que estuvo presente de forma viva fuera de las clases desde el principio pero no de modo oficial porque entonces no era posible. 

En un contexto en el que todavía imperaba un férreo adoctrinamiento en el sistema educativo, la maestra que fundó este centro pionero en la ciudad dio un consejo clave al profesorado: "El secreto para instalar el gallego no está en suspender a los alumnos, ni en su imposición, sino en el cariño. No se puede enseñar el gallego, que es lengua propia, como si fuera inglés". Tiempo más tarde confesaba que "no fue fácil, quizás por eso, hallar un local o terreno para la nueva escuela, que empezó en un local familiar pero que al año siguiente, en 1962, se trasladó ya a la Gran Vía a terrenos que adquirí con un préstamo paterno".

Una pasión más allá del saber

En el año 1947, Antía Cal se casó con el reconocido oftalmólogo Antón Beiras García, humanista y también poeta galleguista. A raíz del estrabismo de una de sus hijas, el matrimonio decidió realizar diferentes viajes por Europa para buscar una solución e investigar sobre esta enfermedad ocular. En su propia autobiografía, la pedagoga reconoce que las dificultades económicas que tuvieron y en uno de esos viajes recalan en Ginebra, en donde por azar Antía Cal acude al Museo de la Educación en donde estaban ordenando el legado del pedagogo Johann Heinrich Pestalozzi, por quien la maestra viguesa sentía especial admiración dada su lucha por el acceso a la educación de las mujeres.

Fue así, a raíz de aquellos viajes, cómo sus contactos con los círculos de pedagogía europea se empezaron a hacer más estrechos, llegando a enviar a sus hijos a estudiar a Reino Unido. El contraste de la educación en Europa frente al sistema educativo que había en España fue lo que llevó a Antía Cal a fundar posteriormente su primera escuela en Vigo.

La pasión por el saber fue lo que unió a Antía Cal y a Antón Beiras. Exactamente 601 cartas conforman la correspondencia que Cal mantuvo durante su noviazgo con Beiras cuando él ya era oftalmólogo en Vigo y ella todavía residía en Muras. "Se mandaban una carta cada día donde se contaban todo lo que deseaban hacer en la vida", contaba Miguel Piñeiro a raíz del documental "A palabra xusta", que recoge la vida y trayectoria profesional de la educadora. Cuando Beiras falleció en 1968 a causa de un cáncer, Antía Cal se sumió en un profundo dolor, muestra del amor que le profesaba.

Un año más tarde, en 1969, Antía Cal fue a Barcelona y entró en contacto con las Escuelas de Verano Rosa Sensat, núcleo de renovación pedagógica. El aprendizaje que adquirió la maestra viguesa allí y la relación establecida con ese centro le ayudó posteriormente a mejorar la preparación de los maestros y maestras de su propio colegio, que fue pionero en la introducción del gallego en la enseñanza.

Un legado revolucionario e inolvidable

Entre los principios de Antía Cal, además de la educación mixta, pública, laica y bilingüe, destacaba la defensa de la escolarización de los niños y niñas de 0 a 10 años y resaltaba la importancia de que la madre fuera la primera maestra. Es por esto que el legado de la educadora viguesa fue revolucionario, tanto para la sociedad de la época como para sus propios alumnos y alumnas.

"Gracias a ella me convertí yo misma en maestra; me abrió las puertas a un mundo maravilloso"

Patricia Bardelas - Alumna de Antía Cal

A la presentación del documental sobre su vida en el año 2016, en la que la propia Antía Cal estuvo presente, acudieron también sus antiguos alumnos y alumnas, quienes recordaban que "ella era una maestra de la vida. No le importaba parar una clase de matemáticas si, por ejemplo, ocurría un incidente en alguna casa para aprovechar y explicarnos esas cosas de la vida y aprender de ellas". Eran palabras de Beatriz del Cuvillo, una mujer que estuvo en la escuela Rosalía desde los tres años, quien dejaba patente que el legado de Cal fue inolvidable al afirmar que "cuando en COU tuve que cambiarme de colegio porque allí no se podía cursar, me di cuenta de la enorme suerte que había tenido de estudiar en ese colegio".

Otro testimonio que daba buena fe de esta realidad era el de su compañera Patricia Bardelas, quien recordaba con enorme cariño y admiración a su maestra y al resto de los profesores que tuvo en ese colegio: "Gracias a ella me convertí yo misma en maestra; me abrió las puertas a un mundo maravilloso y se esforzaba muchísimo en sacar adelante a todos los alumnos, por mucho que les costase", destacó. El acto de presentación del documental fue muy emocionante, puesto que antiguos alumnos se acercaron a saludar a su maestra, quien recordaba a todos y cada uno de ellos perfectamente y con mucho cariño.