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Francisco Leiro Escultor, nuevo académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando

“La soledad manejada con cuidado es muy creativa”

“Sigo en ‘shock’ por el desastre del ‘Villa de Pitanxo’”, reconoce el padre del Sireno de Vigo, que en abril inaugura exposición individual en el MARCO de la ciudad olívica

Francisco Leiro, en una muestra de sus dibujos en el Espacio Sirvent. Marta G. Brea

El escultor gallego Francisco Leiro (Cambados, Pontevedra, 1957), está feliz. Al menos, eso parece a través del hilo del teléfono. Desde su taller en Madrid, acepta de buena gana una entrevista para reconocer que “es un honor” y que está “encantado” de que pronto se convierta en académico de número de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

Esa felicidad en la que navega también se debe a los proyectos que ultima. “Ahora mismo –explica– estoy preparando una exposición en Vigo, en el MARCO, que se inaugurará a mediados de abril, con obra mía desde 1987 hasta este año. Estoy acabando un par de piezas que van a estar ahí. Es una antológica pero fijándose en una ramificación de mi trabajo: obras más antropomórficas en las que la parte narrativa queda en segundo plano. Prima más en ellas el trabajo de volúmenes, de equilibrio, esquematismo”.

–Son piezas en piedra...

–Estoy rematando una en granito y dos en madera. Prácticamente están listas. Llevo ya dos años preparando la exposición que está pensada para los espacios del MARCO. Ocuparán toda la parte de abajo del museo. En el panóptico, seguramente colocaré una escultura de hierro fundido.

–Supongo que le hace ilusión.

–Muchísima porque en Vigo expuse en galerías en tres ocasiones y en exposiciones colectivas pero nunca tuve una muestra individual de este calibre.

–El padre del Sireno tiene que volver a casa por la puerta grande. Es un emblema de la ciudad.

–Pues, sí. El Sireno se ha convertido en un símbolo de Vigo. Trabajé en él pensando que era un proyecto para Vigo, pensando en él como una ciudad nacida del mar del que depende su crecimiento. La temática mitológica enlazaba muy bien con la leyenda de una familia que se dice que es descendiente de un sireno o sirena.

–Lleva muy bien el paso del tiempo esta escultura.

–No se le ve deteriorado, no. El Sireno está hecho de acero inoxidable y, probablemente, es una de las esculturas fundidas más grandes que existen en acero inoxidable. Cuando la ves desde abajo no piensas que mide siete metros de largo. El acero inoxidable es un material muy resistente, siempre tiene ese brillo natural pero no le vendría mal una limpieza porque, que yo sepa, nunca lo han limpiado. Debe tener cantidad de detritos de gaviotas y palomas, como todas las estatuas.

–Cuando miro el Sireno me pregunto cómo se le ocurrió subirlo al pedestal.

–En aquella época, la idea era hacer abajo una fuente, con una rotonda y una escultura. Yo les dije a los del Concello que ahí no se podía hacer nada y que lo único que se me ocurría era algo erguido, que subiese. Pensé en la columna con el león alado de San Marcos en Venecia que recibía los barcos de sus viajes comerciales. Para Vigo me parecía algo bonito que hubiera algo que recibiese a los barcos.

–Ahora, toca preguntar por su intervención en el Bosque de Galicia, en la Cidade da Cultura, con las tres botas de “Os zapatos no Camiño”.

–Es una simbología muy sencilla. El Camino de Santiago tiene mucha simbología pero lo importante para un caminante es un buen calzado.

–Debido a la pandemia, ¿hace tiempo que no va por Nueva York?

–Estuve recientemente pero yo ahora voy allí por temporadas pequeñas. Sigo trabajando con la galería Marlborough.

–¿El surrealismo se lleva por dentro durante toda la vida?

–Es cierto, lo llevo conmigo, ya forma parte de mí. De joven, cuando fui para Santiago estuve en contacto con un grupo de jóvenes artistas relacionados con el surrealismo. Yo también me apunté. Pocos años después lo dejé para meterme en una escultura más figurativa, más expresionista. ¿Qué sucede? Que ese poso surrealista siempre me quedó y de alguna manera está fusionado con mi obra expresionista.

–¿Es importante la soledad para usted a la hora de crear?

–La soledad puede producir melancolía pero manejada con cuidado es muy creativa.

–¿Y qué lugar ocupa el sufrimiento? Hay escritores que no pueden crear sin sufrir.

–Eso es parte de una leyenda. Al fin y al cabo, la vida tiene todo tipo de componentes. Es verdad que los puntos de inflexión te hacen cambiar y los problemas son revulsivos que pueden provocar ideas nuevas.

–¿Ha escrito poesía?

–Alguna cosa escribí cuando estaba haciendo la mili pero después no. Yo aplico la poesía a la escultura. Hay piezas mías que son muy poéticas. La poesía está en todas las artes.

–Estos días son de luto por el naufragio del “Villa de Pitanxo”. ¿Siente algo especial que le invite a crear sobre este drama?

–¡Cómo no voy a sentir! Nací en Cambados en un malecón, al lado del muelle y del pósito de marineros. Prácticamente todos los inviernos moría un marinero. Es una cosa terrible. ¿Cómo no voy a estar afectado? Claro que lo estoy. No me extrañaría que hiciese algo de obra sobre esto pero de momento sigo en shock por el desastre.

–Por último, ¿qué otros proyectos tiene?

–Estoy también organizando una exposición en la Marlborough en Madrid para septiembre.

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