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La psicóloga Jesica Rodríguez.

“La salud mental es algo demasiado serio como para mercantilizarla”

La pandemia está causando estragos en la salud mental en un país que cuenta con 6 psicólogos por cada 100.000 habitantes –4 por cada 100.000 en el caso de Galicia–, según datos del Colexio Oficial de Psicoloxía de Galicia (COPG). Las consultas de psicología de la sanidad pública soportan listas de espera interminables y muchos profesionales del sector privado tienen sus agendas cerradas desde hace meses. Mientras, proliferan las plataformas que ofertan terapia online, atendidas por psicólogos que trabajan en condiciones precarias. La psicóloga Jesica Rodríguez Czaplicki, miembro del Comité de Defensa de la Profesión del COPG, advierte del riesgo de “uberización” de la profesión. Jesica Rodríguez es psicóloga licenciada por la Universidad de Santiago de Compostela (USC) y máster en neuropsicología clínica. Forma parte de la Comisión de Defensa de la Profesión del Colexio Oficial de Psicoloxía de Galicia.

–¿De qué salud mental gozan los españoles?

–La realidad es que la salud mental de la población española no goza de una buena salud. Lejos de ello, sabemos, por diferentes estudios, que el porcentaje de población que refiere encontrarse mal emocionalmente supera el 40%, dándose el porcentajes más elevados en las mujeres. En España, más de dos millones de personas están diagnosticadas de un trastorno depresivo y un 5% sufre de ansiedad. Asimismo, el consumo de psicofármacos alcanza cifras muy elevadas (de las mayores en Europa) y ha aumentado a raíz de la pandemia.

–¿Hasta qué punto ha empeorado desde la pandemia?

–La pandemia ha tenido un efecto altamente negativo. Sabemos que se han incrementado los síntomas depresivos, de ansiedad y los trastornos adaptativos. El aislamiento, la distancia social y a menudo emocional, el miedo al contagio, etcétera han sido factores decisivos que han activado circuitos de miedo y amenaza en la población, y han hipoactivado nuestros sistemas de calma y afiliación, generando un malestar importante.

“Llevamos dos años en los que hemos pasado por miedo, incertidumbre, dolor, hastío, hambre de piel... Es imposible pensar que la pandemia no nos afecte a largo plazo”

–-¿La atención psicológica es accesible en la sanidad pública?

–Por desgracia, España en general y Galicia en particular cuenta con una ratio de profesionales de salud mental por habitante muy inferior al deseado. Acceder a los recursos de salud mental conlleva tiempo de espera e incluso el tiempo entre consultas es más largo del deseable para poder seguir una intervención adecuada. Pese a que contamos con excelentes profesionales, para ellos es muy difícil, agotador, y me atrevería a decir que hasta frustrante, trabajar en estas condiciones.

–La psicología privada está viviendo un auge. ¿A qué se debe?

–En la sanidad pública hablamos de listas de espera que pueden ir de los tres a seis meses para la primera consulta, llegando incluso a ser más alto el tiempo. Obviamente, en los centros privados estos tiempos no son tan elevados, aunque sí estamos asistiendo a un incremento en nuestras listas de espera para la atención inicial, ya que la demanda se ha visto muy incrementada en los últimos tiempos.

–¿Es la psicología la hermana fea de la sanidad?

–Absolutamente, sí. La salud mental es la “chica fea del baile”. Ha estado y está muy abandonada, y durante mucho tiempo hablar de la salud y de la enfermedad mental ha sido tabú. Aunque cada vez somos más conscientes de la importancia de cuidar la salud mental y de que los seres humanos somos el conjunto de nuestro cuerpo y mente, no pudiendo dividirnos, escindir y atender solo a uno y obviar el otro, la realidad es que aún no se cuenta con recursos suficientes. Afortunadamente, la sociedad está mostrando un cambio de actitud importante, ya no “asusta” ir al psicólogo ni es algo oculto. Esto lo apreciamos también en la población juvenil: cada vez son más los jóvenes que pierden el miedo a acudir a terapia.

–Están proliferando las plataformas que ofrecen atención psicológica online a precios muy ajustados y con profesionales que, muchas veces, trabajan en precario. ¿Qué impacto tiene esto sobre la especialidad y sobre el paciente?

–Este tipo de plataformas no son sanas ni adecuadas ni para el paciente ni para el profesional. Por un lado, sabemos que las intervenciones terapéuticas deben ser individualizadas, adaptadas a cada persona, con los tiempos, recursos, técnicas adecuadas. No podemos entender la atención a la salud mental, algo demasiado serio, como una actuación en una cadena de montaje, en una fábrica encaminada a la producción sin más. Esto daña la atención al paciente, pero también desprestigia a la profesión y, sobre todo, crea malestar e indefensión en los buenos profesionales con un trabajo precarizado y no ajustado a los principios deseables de cualquier intervención psicológica.

"Los jóvenes están desestigmatizando el acudir a terapia. Ellos mismos solicitan acudir cuando lo necesitan"

–Hay quien habla incluso de una “uberización” de la psicología. ¿Comparte esta percepción?

–Absolutamente. Se trata de empresas que buscan ganar mucho dinero en poco tiempo con la salud mental, donde los profesionales de la psicología trabajan en situaciones precarias, dándose de alta como autónomos, pagando sus seguros, etc., y estando pendientes del teléfono, chat,…, a fin de poder ofrecer cuantas más consultas para ganar una cantidad ridícula de dinero. Sería deseable una promoción real de servicios de salud mental, impulsado desde los organismos gubernamentales, y un verdadero control de la situación. Entiendo la existencia del libre mercado, pero la salud mental no debe entrar en este juego; es algo demasiado serio como para mercantilizarla.

–¿Nos dejará secuelas psicológicas la pandemia?

–Todo parece apuntar a que sí. Sabemos que a corto plazo ya se están viviendo secuelas emocionales en toda la población y esto no es algo que acabé aquí. Llevamos dos años en los que hemos pasado por miedo, incertidumbre, dolor, ha habido muchos duelos en solitario, sin despedidas, soledad, y también hastío, cansancio, hambre de piel, esta fatiga pandémica..., sin obviar las dificultades económicas a las que se ha visto sometida una parte importante de la sociedad. Es imposible pensar que no nos afecte a largo plazo.

–Según un estudio, el 95% de los psicólogos ofrece consulta online cuando hace cuatro años no superaba el 52%. ¿Qué pros y contras tiene esta opción?

–En el momento del confinamiento, de alguna manera tuvimos que reinventarnos, abrirnos a nuevas formas de intervención que nos ayudaran a llegar a nuestros pacientes, en un momento en que no podíamos hacerlo en persona. Si bien el la cercanía es imprescindible en nuestras alianzas terapéuticas, el trabajo online nos permite el acceder a pacientes que no pueden acudir a la terapia de manera presencial. Así tenemos estos pros: acceder a más pacientes, poder atender a aquellos que no pueden acercarse a la sesión o que aún tienen miedo al contacto. Así la accesibilidad y el poder ver todas las expresiones faciales de nuestros pacientes (y ellos las nuestras) son algunas ventajas. Entre los contras, quizás podríamos indicar que nos falta ese espacio de contacto humano más real, en algunos pacientes prolonga la situación de no salir de casa; la conectividad no siempre es la mejor lo que implica cortes, fallos de sonido, etcétera.

–¿Usted cuál prefiere?

–Personalmente, prefiero la intervención presencial, aunque también me siento cómoda trabajando online. La intervención presencial nos brinda más cercanía, una mayor facilidad para responder rápidamente si nuestros pacientes por cualquier motivo se desestabilizan en la sesión; un contacto más personal...

–¿Ha cambiado el perfil de paciente?

–Lo que se aprecia es que acuden más personas a terapia, y muchas refiriendo que es algo que ya se habían planteado hace tiempo, aunque no lo hayan hecho hasta el momento. Vemos muchos casos como dije antes de ansiedad, depresión y trastornos adaptativos; pero también muchas personas que acuden para comprender y comprenderse a sí mismas y regularse, ya no es solo el ir a terapia “porque estoy realmente muy mal”, sino también para mejorar. Otra cuestión a destacar es el aumento de consultas de adolescentes y jóvenes, los cuales están desestigmatizando el acudir a terapia, siendo ellos mismos quienes lo solicitan cuando lo necesitan.

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