Una intensa sacudida despertó ayer, de nuevo, a los palmeros. Esta vez, sin embargo, fue más intensa que nunca. Un terremoto de magnitud 5 a 35 kilómetros de profundidad rompió todos los récords de fuerza desde que comenzó la crisis volcánica. El movimiento sísmico fue de tal calibre que se dispersó por toda la provincia occidental, llegando a afectar a puntos tan alejados de La Palma como el municipio de Candelaria, en Tenerife. También sacudió con intensidad III a varias zonas de El Hierro y La Gomera.

Este es uno de los pocos seísmos que se ha registrado en las últimas 24 horas en las zonas más profundas de La Palma. De hecho, en ese periodo se han registrado tan solo siete seismos a más de 20 kilómetros, de los más de 120 terremotos notificados por el Instituto Geográfico Nacional (IGN). El resto de los terremotos se encuentran a profundidades de entre 16 y 10 kilómetros, lo que, a ojos de los científicos tiene relación con una realimentación del sistema de una bolsa magmática situada a esa altura.

Todos estos movimientos sísmicos tienen relación directa con la erupción en curso en la dorsal de Cumbre Vieja y, por el momento, nada indica que pueda derivar en la aparición de una boca eruptiva en una zona alejada del cono principal. Con respecto al origen de los seísmos, los científicos han consensuado que la alimentación habitual del volcán tiene origen en dos reservorios magmáticos a diferentes profundidades. Uno de ellos se encuentra a entre 10 y 15 kilómetros de profundidad, coincidiendo con el lugar desde el que el magma ascendió y rompió la tierra hasta emerger hacia la superficie.

Según la información proporcionada por el Comité Científico del Pevolca, se mantienen valores altos de la amplitud de la señal de tremor, con pulsos de intensificación. Cabe recordar que el tremor volcánico es la señal sísmica que desata la actividad propia de los volcanes en activo que tiene relación con la liberación de magma al interaccionar con el conducto de eruptivo.

María José Blanco, directora del IGN, insistió en el día de ayer en que, con este nivel de sismicidad –que no parece tener visos de frenarse–, es probable que los terremotos continuen produciéndose y lleguen a tener una intensidad de VI. Esto supone que el terremoto se podrá sentir tanto en interiores como en exteriores, que podría causar que algunas personas pierdan el equilibrio y algunos daños ligeros en edificios construidos a partir de ladrillo, piedras o bloques.

El volcán de La Palma cambió ayer a una fase más efusiva, lo que supuso que las coladas de lava tomaran el protagonismo de la jornada. La lengua de lava que se emplaza más al sur –la número 3–, se “desparramó” ladera abajo y, para la fortuna de los barrios que aún están en pie, como el de Las Norias, su trayectoria cambió abruptamente para empezar a andar junto a la lengua de lava que se encuentra desde hace más de un mes parada entre Playa Nueva y Las Hoyas –la 9– y así acercarse a menos de 400 metros del mar. Su cercanía a la costa, sin embargo, no preocupa tanto a los científicos ni técnicos de emergencias, dado que toda la población de esa zona está evacuada. “Los únicos que suelen estar en esa zona son los operarios de las desaladoras», recordó Miguel Ángel Morcuende, director técnico del Pevolca, quien explicó que, durante la mañana, se dio el aviso para desalojar la zona a los trabajadores que permanecían allí.