La noticia se quedaría coja si se dijera solamente que la ciudad de Castellón ha alcanzado este fin de semana los 42,5 grados de temperatura, casi dos grados por encima de su récord histórico, 40,6º, alcanzado en 2009. Lo realmente noticiable es que el nuevo récord se ha registrado de madrugada. Un fenómeno meteorológico ocasional en la costa mediterránea española, conocido en castellano como reventón cálido y en inglés como downburst, traducible como estallido, ha castigado a los castellonenses con una madrugada insoportable.

En realidad, ninguna de las dos palabras hace suficiente justicia a lo que comporta esta anomalía atmosférica. Es, más bien, como una suerte de tsunami de aire ardiente que se desploma desde las capas altas de la atmósfera hasta el suelo a través de un gigantesco e invisible tubo del tamaño de un tornado y que, una vez en la superficie, se expande como una ola. Los 42,5 grados se alcanzaron en el observatorio del aeropuerto local a las dos de la madrugada.

El 14 de agosto de 2021 será una fecha que recordarán los meteorólogos durante años. En Montoro (Córdoba) tal vez se batió el sábado la marca histórica de temperatura registrada de forma fiable en España, pues hay registros anteriores, superiores, incluso de 50 grados, pero no homologados. A falta de que se certifique la precisión del termómetro, se alcanzaron los 47,4 grados, una décima por encima de la anterior medición máxima, de la misma estación meteorológica. No fue, en cualquier caso, un caso aislado de calor. Durante la misma jornada, como mínimo 26 observatorios más de la Península registraron temperaturas superiores a los 45 grados y, de madrugada, no fueron infrecuentes las temperaturas superiores a los 30 grados.

Lo ocurrido en Castellón, sin embargo, empequeñece todas esas reseñas del tiempo, pues la madrugada fue extremadamente más calurosa que el día y de forma súbita. Los reventones térmicos son así. Después de que la colosal bolsa de aire cálido se estrellara contra el suelo y pasado un buen rato, la temperatura volvió, dicho entre comillas, a la normalidad. La mínima del día en Castellón fue de 35 grados, que no es poco.

Los reventones térmicos son fenómenos muy estudiados y, pese a ello, imprevisibles aún en los partes meteorológicos. Son, a su manera, la imagen espectacular de los tornados, pero a diferencia de estos últimos, caracterizados por esa espiral de viento ascendente capaz de arrancar casas de cuajo, los reventones son una caída en vertical de aire abrasador que, en ocasiones, causa destrozos cuando choca contra el suelo y se expande en todas direcciones.

El de Castellón, por ejemplo, según los datos de la Agencia Estatal de Meteorología, cayó desde una altura de seis kilómetros. El impacto en el suelo puede, en ocasiones, desencadenar una tormenta única de arena y polvo, más o menos como la que ha circulado por las redes sobre otro reventón térmico, en este caso en Albacete.

El conjunto de variables que propicia esta anomalía atmosférica son muchas. Incluso inciden las ondas gravitacionales para desencadenarla. Pero, contado de forma más simple, es imprescindible que en las capas altas atmosféricas circule una masa de aire cálido, procedente de África, y que a cota cero se produzca una entrada de brisa más fresca. La presencia del mar lo facilita. Basta un viento de levante para que eso suceda. Ese contraste provoca un inestable equilibrio térmico que es muy fácil que termine por desmoronarse.

El episodio registrado en Castellón la madrugada del domingo fue acompañado a gran altura de fases de condensación y lluvia que no siempre terminó por tocar tierra. La cuestión es que, como si fuera un globo, esa bolsa se resquebrajó y la masa de aire se desplomó sobre Castellón, más o menos como sucedió hace dos años, el 6 de julio de 2019 en Almería, cuando en solo media hora la temperatura pasó de 28,3 grados a 41,4. Pero ocurrió de día. Con todo, episodios así son imborrables en la memoria para quienes los experimentan. Cada dos minutos, la temperatura subió un grado.

Hay más antecedentes sonados. El 26 de agosto de 1991, la temperatura escaló de los 24 a los 35 grados en Valencia. En Alicante tuvieron su reventón térmico el 20 de julio de 2001. El termómetro del aeropuerto estaba a 27 grados y, a ojos vista, la columna subió hasta los 37. No se puede afirmar a la ligera que esta vaya a ser una más de las consecuencias que está trayendo el cambio climático, pero la coincidencia en el tiempo comienza a ser muy sospechosa. Puede incluso que el reventón térmico de Castellón viniera también alimentado por la cadena de incendios del sábado en la provincia, cinco solo en 24 horas. El más grave, el de Azuébar, había arrasado más de 500 hectáreas de bosque antes del reventón térmico.