“Las juglaresas existieron aunque no hayan trascendido textos de ninguna de ellas. Eran mujeres pudientes que tomaban la decisión de ser libres”. Así lo declaró la escritora coruñesa María López Villarquide en el CLUB FARO DE VIGO, donde presentó a través de una entrevista realizada por Lucía Trillo su último libro, “La juglaresa” (Espasa), un novela en la que recrea la legendaria vida de la gallega María Pérez, “La Balteira”, la juglaresa más legendaria de la corte de Alfonso X El Sabio.

Las cantigas de escarnio medievales que aluden a la protagonista de su libro llamaron la atención a Villarquide durante su adolescencia, cuando estudiaba en el instituto. Años después y tras dedicar su primera novela a la primera catedrática española, Luisa Medrano, la documentalista y literata gallega decidió ahondar en la historia de esta bailarina y mujer del siglo XIII . “Me llamaba la atención por qué hablaban tanto y tan mal de ella; quise tratar de entender el motivo por el que era blanco de las burlas de los tantos juglares durante tantos años y me atrajo la idea de diferenciar entre el mito de una mujer especialmente atractiva y la persona real tras esa imagen”, explicó.

Después de más de un año de documentación en escritos históricos de la época -16 cantigas, las crónicas de Alfonso X y un contrato firmado con monjes cistercienses antes de acudir a las Cruzadas-, López Villarquide se lanzó a componer un relato libre respecto a la personalidad de la protagonista y a los personajes que la rodearon -unos reales y otros inventados-.

Carismática por su belleza e inteligencia, “La Balteira” - según explicó Villarquide -procedía de una familia pudiente de la comarca de Betanzos. Prueba de ello es que en el acuerdo que firma con los monjes de Sobreiro antes de emprender viaje a Jerusalén, detalla las tierras, animales y hasta metros de paño propiedad suya y de su hermano Martín. El trato con los religiosos, receptores de la donación de sus bienes, era que si ella regresaba de Tierra Santa viviría con ellos en condición de amiga. “Se especuló que eso significaba que viviría a merced de ellos, pero el concepto “amiga” se refiere a que sería miembro de la comunidad de monjes sin ser religiosa”., defendió López Villarquide.

De ese periplo a Jerusalén los juglares de la época se mofaron diciendo que regresó cargada de indulgencias que perdió por el camino. Pese a la crueldad con la que se la critica en las cantigas de escarnio, Villarquide sostiene que la juglaresa gallega no vivió esas críticas como un castigo. “Creo que fue lo suficiente fuerte y decidida para responder a sus burlas con otras cantigas, como los duelos que organizan los cantantes de hip hop”.

A falta de información sobre qué instrumento tocaba, la escritora la imaginó como especialmente talentosa en la danza. De su oficio como artista del espectáculo en las cortes de Fernando III, primero, y del hijo de este, Alfonso X El Sabio, comentó que en esa época había una ley que no permitía que las juglaresas y artistas que acompañaban a trovadores penoctasen más de dos días en la corte para “no descentrar” la vida de palacio. Y sobre la relación íntima que pudo haber tenido con el monarca de las “Cantigas de Santa María”, Villarquide comentó que “está documentado en un cantiga en la que habla de ella de forma muy íntima que la conocía muy bien o que se sumó al carro del escarnio”. Para lo que sí la utilizó el rey fue para una labor diplomática como mediadora en una revuelta en el sur de la Península. “La enviaron como trueque, porque ella embelesaba con sus atractivos”.

Otros personaje reales que aparecen en la novela son el trovador Pedro de Ambroa y la reina Violante. El primero “desea que ella se quede con él” y vive pendiente de las promesas que ella le hace entre borracheras y escarceos amorosos con otros hombres A la segunda la convierte en la reina malvada del cuento “porque siempre viene bien que haya una mala y se sabía de su carácter fuerte y de las decisiones que tomaba sin contar con su esposo”, comentó Villarquide.

Al rescate de figuras femeninas de la Historia

Su estreno en el mundo editorial fue en 2018, con la publicación de la novela, “La catedrática”, donde imagina una fascinante vida de Luisa de Medrano, la primera catedrática española. Tres años después, y aunque dice que su intención no es reivindicar el papel de mujeres olvidadas por la Historia, la coruñesa María López Villarquide se interesa por otra figura femenina, esta vez de la Edad Media, la de María Pérez “La Balteira”, de cuya existencia sabemos principalmente por las cantigas de escarnio que componían trovadores y juglares en el siglo XII, incluidas aquellas que escribió Alfonso X El Sabio, un monarca al que se le atribuye una especial inclinación por las juglaresas, tal y como refiere la escritora Marta Robles en su novela histórica “Pasiones carnales”, editada recientemente por Espasa. Como profesional documentalista - es doctora en Documentación y Análisis Cinematográfico y licenciada en Teoría de la Literatura y Literatura comparada-, Villarquide realizó una labor de investigación para encontrar datos certeros sobre La Balteira. Además de las cantigas, se basó en un pergamino del Archivo Histórico del Reino de Galicia que refleja el contrato con los monjes de Sobrado cuando la soldadera quiere ir a Tierra Santa, un viaje que con su estilo de vida provocó la sátira de los trovadores. Y a partir de ahí y otros datos reales, como su procedencia de una familia adinerada, novela su vida. Y lo hace imaginando cinco etapas biográficas : “De cuando fue niña”, “De cuando fui bailarina”, “De cuando fui fugitiva”, “De cuando fui puta” y “De cuando fui cruzada”.