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María, con su madre, Marisa DomínguezRafa Vázquez / FdV

Un nuevo logro hacia la identidad de género

María conquista su libertad

“Mamá, me siento chica por dentro, pero chico por fuera”

Con esta sencillez le expresó María a su madre hace tres años que era una niña trans. Su discapacidad intelectual nunca ha impedido a esta menor pontevedresa de 16 años saber lo que quiere ni lo que siente, ni tampoco conseguir que en su DNI conste su nombre de mujer ni, lo que es más complicado, que se le reconozca su identidad sexual. Aunque en la Asociación de Familias de Menores Transexuales de Galicia, Arelas, ya hay una niña con síndrome de Asperger a quien se le ha concebido el cambio registral del sexo, el de María es el primer caso, al menos que le conste a Arelas, de una niña con discapacidad intelectual grave–de un 50%, según su madre– que lo logra.

Su madre, Marisa Domínguez (51 años), fue a recoger el auto la víspera de Nochebuena. Fue convencida de que saldría del juzgado con un fallo favorable para el cambio de nombre de su hija. Lograr la rectificación de la mención registral del sexo no lo tenía tan claro. Pero obtuvo ambos. “Fue el mejor regalo de Navidad que pudimos tener mi hija y yo”, afirma.

Pero el camino hasta aquí ha sido largo y, en ocasiones, difícil, y Marisa, viuda desde hace cinco años y medio y madre de otro hijo, de 24, ha tenido que recorrerlo sola: consultas en la Unidad de Salud Mental durante tres años para acreditar que la niña tiene “suficiente madurez” y que “se encuentra en una situación estable de transexualidad”, requisitos indispensables para solicitar el cambio de registral de sexo; consultas al endocrino, trámites administrativos... Incluso la alegación presentada para solicitar el cambio de identidad registral de María la redactó sola. “La presenté a mano y no oculté nada”, dice.

“¿Vas a privar a una niña de su identidad por su discapacidad”, pregunta Marisa

A lo largo del tránsito de género, también se encontró con la incomprensión de una parte de su familia y conocidos.“Mucha gente con niños trans con discapacidad intelectual no los creen, pero ellos tienen la misma capacidad para saber lo que quieren y lo que sienten que cualquier otra persona. ¿Vas a privar a un niño o a una niña trans de su identidad, de lo que siente, porque tenga una discapacidad?”, plantea esta madre.

Unos días antes que en casa, María desveló su identidad de género en su nuevo colegio. También de la misma forma sencilla y directa. La profesora pidió a sus alumnos del Centro de Educación Especial de Pontevedra que escribieran en la agenda un deseo. María expresó su deseo de ser una chica y de poder contar con el apoyo de su madre en ese proceso. Lo que no ha manifestado aún es si ha completado su tránsito o si su transformación identitaria incluye el cambio de sexo. “Es una conversación que aún no hemos tenido, pero decida lo que decida, mi apoyo lo tendrá siempre, porque lo más importante es su felicidad”, asegura Marisa.

Tras decir en voz alta lo que sentía –Marisa reconoce ahora que siempre se comportó como una niña: le gustaba la ropa de chica, pintarse las uñas, no compartía gustos ni comportamientos con su hermano…–, María cambió. “Se relajó. Ya no tenía esa actitud rebelde”, afirma su madre.

También se la veía más feliz. Y ya no solo por el respaldo dado por su madre, sino porque podía vestir con jerseys de chica, llevar falda y vestido, zapatos de chica… En definitiva, ser ella misma.

“Saben lo que son y lo que sienten igual que cualquiera”, afirma su madre

En el colegio solo ha recibido apoyo, según Marisa, tanto por parte de sus compañeros como por la del profesorado. “Desde el momento en que dijo que era una niña comenzaron a llamarle ya María, antes incluso de que la psiquiatra mandase el informe para que se aplicara el protocolo”, afirma. Marisa se refiere al “Protocolo educativo para garantizar la igualdad, a no discriminación y la libertad de identidad de género”, un documento con el que se busca garantizar el respeto a la diversidad del alumnado, en concreto a aquel cuya identidad registral, la que se hace en el momento del nacimiento, no coincide con su identidad de género. También por parte de Arelas, donde Marisa encontró el apoyo y la experiencia de otros padres.

“Ha sido lo mejor que nos ha pasado desde que estamos con el tránsito”, asegura esta madre, que pide a los progenitores que apoyen a sus hijos en este proceso. “Los genitales no tienen nada que ver con lo que eres o sientes. María comenzó a desarrollarse como mujer incluso antes de comenzar la terapia hormonal”, comenta.

María es una adolescente habladora y muy cariñosa, aunque al principio se muestra algo vergonzosa, dice su madre. Le gusta mucho la cocina, afición que heredó de su padre. El próximo curso comenzará FP Básica. Marisa espera que pueda estudiar cocina.

El constitucional reconoce el derecho del niño a pedir el cambio de sexo, “pero con coletillas”

El pasado mes de agosto, el Tribunal Constitucional (TC) falló una sentencia que avalaba que los menores con “suficiente madurez” y “que se encuentren en una situación estable de transexualidad” puedan solicitar su cambio de sexo en el Registro Civil. El TC respondía así a una cuestión de inconstitucionalidad presentada por el Tribunal Supremo respecto de la Ley 3/2007, reguladora de la rectificación registral de la mención relativa al sexo de las personas. La sentencia se refiere al artículo 1 de dicha ley, mediante el cual se exige la mayoría de edad para solicitar dicha rectificación.

La discriminación que hacía este artículo entre personas transgénero mayores y menores de edad a la hora de poder solicitar el cambio de sexo en el Registro Civil era algo que la Asociación de Familias de Menores Transexuales de Galicia, Arelas, venía denunciando desde hacía años al considerarlo inconstitucional.

Sin embargo, lo que podría parecer un avance, ha resultado ser un paso atrás, según Cristina Palacios, presidenta de Arelas. “Esta coletilla de ‘situación estable de transexualidad’ está causando muchos impedimentos a la hora de solicitar un cambio de identidad. Esa ‘situación estable de transexualidad’ se interpreta como dos años de tratamiento, requisito que ya se exigía a los adultos trans, pero es que en el caso de un niño dos años es un mundo y muchos niños no pueden acreditarlos”, explica Palacios.

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