En primer término, el obispo de Tui-Vigo, Luis Quinteiro (i.) y el vicepresidente de la Xunta, Alfonso Rueda. | // R. GROBAS

Galicia celebrará el Año Santo Compostelano 2021 pese a la crisis sanitaria. El próximo 31 de diciembre, a las 16.30 horas se abrirá la Puerta Santa de la Catedral de Santiago, según anunció anoche en el Club FARO el Arzobispo de Santiago, monseñor Julián Barrio. “Si algo tuve claro desde el primer momento, es que el Año Santo es cuando es. Había voces que hablaban de posponerlo, pero seguro que precisamente en tiempos de pandemia es más necesario. Cuántas epidemias habrán pasado los peregrinos a lo largo de la Historia. Lo haremos con toda la prudencia y aplicando los protocolos precisos” , aseguró a la vez que incidía en que no sabe si se prolongará el Año Santo: “Abrir el Año Santo es responsabilidad del Arzobispo de Santiago, pero prorrogarlo depende de la gracia del Papa”.

Con el lema “Sal de tu tierra... El Apóstol Santiago te espera” se promocionaba antes de la crisis sanitaria el Año Santo 2021, considerado el año de gracia y de la gran perdonanza. Monseñor Barrio, presentado por el sacerdote y periodista vigués Alberto Cuevas, ofreció una conferencia seguida de coloquio en el MARCO, al que acudieron entre otros el vicepresidente de la Xunta, Alfonso Rueda, el obispo de Tui-Vigo, Luis Quinteiro Fiuza, y la delegada de la Xunta en Vigo, Marta Fernández Tapias. Bajo el título “El Año Santo Compostelano y los retos antropológicos actuales”, explicó  la importancia de la connotación espiritual y pastoral, además de la cultural y social que tiene el Año Santo Compostelano.

“En la crisis económica, agudizada por la pandemia, descubrimos la crisis existencial que toca a la experiencia cotidiana de las personas en una situación de desconcierto. Esta crisis cuyas raíces son culturales y antropológicas, debe ser interpretada como los dolores de un parto, como una transición dolorosa llamada a alumbrar una nueva forma de convivencia que transforme nuestro estilo de vida”, enfatizó.

El Arzobispo de Santiago destaca que: “El peregrino jacobeo es viajero de lo sagrado y transmisor de saberes”. Así, apunta que: “La peregrinación pasa de tener un valor simple y exclusivamente cultural e histórico a ser un valor constitutivo y constituyente de una nueva civilización, la que tiene una referencia espiritual con sus principios morales y sociales, su cultura, su arte y su sensibilidad. Es decir, la que tiene sus raíces en la tradición cristiana que la articuló profundamente en cada una de sus fibras”.

En palabras de Julián Barrio: “En el laicismo y relativismo, la tecnología y la electrónica, la movilidad y los viajes rápidos, la exploración del espacio y las superautopistas de la información, todo parece indicar que las personas buscan echar raíces en el suelo firme y estable de lo sagrado... Los lugares de peregrinación, y en concreto el de Santiago de Compostela, responden a esta profunda necesidad antropológica. El rito, el misterio y la tradición cultural de la peregrinación a Santiago, en cuanto símbolo histórico y religioso, siguen siendo un instrumento adecuado, susceptible de expresar el sentido profundo de la existencia humana, y por ende, de la vida de fe cristiana en la búsqueda de lo mejor que sólo se consigue a través de la Verdad que nos hace libres”.

El Año Santo, según Monseñor Barrio, contribuye al despertar religioso y espiritual de las personas y de las comunidades cristianas en consonancia con la rica tradición apostólica. “Los peregrinos a la Casa del Apóstol Santiago con la huella de la fe han ido configurando durante siglos los caminos que crearon una vía de cultura, de oración, de misericordia y conversión, que se han plasmado en iglesias y hospitales, en albergues, puentes y monasterios. De esta manera España y Europa fueron desarrollando una fisonomía espiritual marcada de modo indeleble por el evangelio” . Por eso, resalta que la “peregrinación posee un alma humana y cristiana... Sin alma el camino sería una realidad inerte”.

El inmenso amor a la humanidad de quienes dan su vida por otros

“En medio de la crisis humanitaria, una sociedad no puede reinventarse en cada momento, echando por la borda el bagaje cultural y moral que han legado las generaciones pretéritas como si no hubiera nada en todo ellos que mereciese ser conservado”, sostiene el Arzobispo de Santiago. El fenómeno jacobeo, insiste, es expresión de una concepción determinada del hombre y de su relación con Dios, de la presencia de lo sacro en el corazón de nuestra civilización, de la distinción entre lo temporal y lo espiritual. “Cuantos cristianos dan la vida por amor: ayudan a tanta gente a curarse o morir en paz en precarios hospitales, o acompañan a personas esclavizadas por diversas adiciones en los lugares más pobres de la tierra, se desgastan en la educación de los niños y jóvenes, o cuidan de ancianos abandonados por todos, o tratan de comunicar valores en ambientes hostiles, o se entregan de muchas otras maneras que muestran ese inmenso amor a la humanidad que nos ha inspirado Dios hecho hombre”, relata.

Santiago, más que hermosas piedras

Dar respuesta a las expectativas de los hombres y mujeres de nuestros días es el gran reto y el verdadero sentido de la peregrinación, según Monseñor Julián Barrio, que anima a todos a poner algo de nuestra parte para conseguirlo con creatividad y sin prejuicios. “La Ciudad de Santiago es más que hermosas piedras, la catedral es más que una fachada o un pórtico, los peregrinos son piedras vivas que llegan con sus sueños, sus sufrimientos y sus agradecimientos. Es así porque el camino, la ciudad y la catedral tienen un rostro humano mirando a Santiago Apóstol. Él atrae hasta su tumba para dar a conocer el modelo de humanidad perfecta”. Monseñor Barrio indica que reorientar el rumbo permitirá el desarrollo de nuevas convicciones, actitudes y formas de vida: “Es el gran desafío cultural espiritual y educativo que supondrá largos procesos de regeneración, sabiendo que antes de mejorar algo en la sociedad, hay mucho que mejorar dentro de nosotros”.