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Celso Castro: “La página en blanco no me da miedo porque todo está en mi cabeza”

“No escribo con esquemas porque me parece aburridísimo. Yo sigo la voz del narrador; es mucho más creativo”, afirmó el poeta y escritor gallego, autor de “las brujas”

Celso Castro y María Oruña, durante la conferencia del Club FARO en el museo MARCO de Vigo. | // JOSÉ LORES

“La vida es lo único que tenemos, pero es una absurda tontería. Hasta llevar papeles en el bolsillo para pagar ¿no es una tontería?”. Así lo aseguró ayer el escritor y poeta Celso Castro (A Coruña, 1962), secundando de esta forma la opinión que tiene sobre la vida el narrador de “las brujas” (Destino), su nueva novela, enmarcada en su ciclo denominado “Relatos del yo”. Se trata de un YO con mayúsculas, como lo el narrador de este libro, donde las versales no existen, como tampoco los puntos al final de párrafo. La otra única palabra que tiene una mayúscula en todo el libro es IRRITABILIDAD, escrita así, con todas sus letras en versal.

El propio escritor reconoció que esta peculiaridad choca a más de un lector, aunque aseguró que prescindir de las mayúsculas solo responde a su intención de dar la categoría de voz al escrito, esa voz que es la que nos lee. No se trata, matizó, de una cuestión de estética ni de modas.

“La vida es lo único que tenemos, pero es una absurda tontería. Hasta llevar papeles en el bolsillo para pagar ¿no es una tontería?”

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Pero, ¿qué relato encierra las páginas de “las brujas? Ambientada en la Galicia contemporánea, es la historia de un joven abandonado por su padre y rechazado por su madre y por su hermano mayor que relata, a modo de confesión, su relación con su familia y con Lorena, su hermana de leche, pues ambos han sido criados por la madre de la joven, bruja de profesión.

A partir de este punto de partida, las páginas de “las brujas” transitan por la incapacidad de amar, el amor, el desamor, los celos, la violen cia, la injusticia, la desesperanza, la esperanza y, como no, el humor, con un lenguaje poético que su autor trae directamente de su poesía. Sin puntos, sin mayúsculas, sin artificios. Castro presenta la palabra desnuda, como le llega no al lector, sino al oyente. “Lo que busco cuando escribo es la inmediatez del lenguaje. Para mí más que lectores quienes leen son escuchadores”, explicó el invitado del Club FARO en la charla-coloquio “Relatos del yo. La búsqueda de la espontaneidad narrativa” que compartió en el MARCO de Vigo con la escritora viguesa y colaboradora de FARO DE VIGO María Oruña.

María Oruña y Celso Castro. José Lores

Esta voz que relata al oído la sigue también como escritor. No es Castro un escritor de método ni costumbres, sino de sensaciones, de impulsos. “No escribo con esquemas, ni con guion aunque cuando digo esto nadie se lo cree. Y no lo hago porque esto me parece aburridísimo. Yo sigo la voz del narrador hasta donde me lleve. Esta forma de escribir es mucho más creativa y al final hace que todo encaje”, manifestó.

Reconoció que no le asusta ponerse delante del folio por si se queda en blanco. “No me da miedo la página en blanco porque todo está en mi cabeza. Cuando escribo estoy en la historia”, aseguró. Es el propio relato el que se va construyendo. “Yo no sé lo que va a pasar. Lo que hago es seguir una dirección, como si fuera la Estrella Polar, aunque tampoco es algo definitivo”, explicó.

“No me da miedo la página en blanco porque todo está en mi cabeza. Cuando escribo estoy en la historia”

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Toda la espontaneidad que Castro imprime a sus relatos está acompañada de una escritura en la que, como resaltó María Oruña, no sobra ni una sola palabra. Y en este sentido, el propio Castro reconoció que lee y relee cada párrafo hasta que es capaz de recitarlos como el padrenuestro. Solo entonces, encajan en su mente todas y cada una de sus palabras, y pasa al siguiente. “Solo lo dejo cuando veo que ya no puedo añadir ni suprimir nada”, reconoció.

En cuanto a la pandemia del Covid-19, aseguró que no le afecta en su día a día, aunque reconoció que le molesta. “Yo vivo confinado a perpetuidad y no me ha cambiado la vida, pero reconozco que las pocas veces que salgo a la calle veo que la gente no está normal y esto me molesta”, comentó el escritor, que reconoció que no le gusta hablar de este tema.

“Lo que nos marca es lo que sentimos por dentro”

El protagonista de “las brujas” es un chico joven con una vida tormentosa que relata al lector, en voz baja, su experiencia vital y con el que no es difícil empatizar a pesar de que es una persona que no ha aprendido a socializar. Pero según Celso Castro, esta empatía no se debe tanto a la propia historia del protagonista, aunque también, como a la tendencia humana de simpatizar con los más vulnerables. “Siempre nos identificamos con el ser desvalido. Por eso, aunque el narrador actúe mal se lo perdonamos porque es una persona desvalida, que no ha socializado y que por eso se comporta de una manera egoísta, y que no sabe amar ni abrazar porque su madre no le ha enseñado”, explicó. Para el escritor, la biografías de las personas no las escriben los datos, sino las motivaciones. “Todas las emociones que tenemos son algo que vivimos por dentro, y son las que nos marcan y nos dirigen. Lo que nos marca no es dónde hemos estudiado, sino lo que nos ha sucedido por dentro”, aseguró. También aludió a cómo construimos, a cómo inventamos nuestros recuerdos a partir de lo que vivimos en el presente. “Por eso, todo lo que cuenta el narrador no tiene tampoco por qué ser cierto. Todos tenemos un montón de mentiras que contamos y todos creamos nuestro pasado, lo cambiamos. Lo único que no variamos son los datos”, dijo. El amor tiene un peso importante en una historia donde su falta se percibe en cada página. En este sentido, Castro aseguró que dependemos demasiado del amor de los demás, aunque tampoco entiende este como redentor. “La infancia te marca y es difícil escapar de la familia, de la educación...”, reconoció.

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