Ricky Martin pensaba que para finales de mayo estaría preparándose para su anunciada gira con Enrique Iglesias y Sebastián Yatra. También, listo para sacar su primer disco en cinco años, una de las pocas cosas que no cambió, aunque la producción y el concepto es totalmente diferente al que llevaba más de un año produciendo. "Vino la pandemia y lo trastornó todo. Como artista me sentí más que obligado, inspirado a hacer otro tipo de cosas", reveló Martin desde su casa en Los Ángeles. Así en vez del disco bailable que le había inspirado su natal Puerto Rico, el artista entrega la primera parte de uno doble bautizado muy adecuadamente como "Pausa".

En vez de invitar al movimiento, con "Pausa" el artista quiere ayudar a "aliviar la ansiedad, tristeza, dolor o incertidumbre" que ha provocado la pandemia. Para bailar vendrá la segunda parte de su propuesta, que ha llamado "Play". Ahora quiso sacar los temas que siente que "son producto de mi proceso de cicatrización del duelo que sentí en los primeros días de esto y espero que le sirvan a alguien más".

Las canciones, para las que contó con colaboraciones históricas como la que hizo con "Sting" en "Simple", con Carla Morrison en "Recuerdo", con Diego "El Cigala" en "Quiéreme" y con Pedro Capó en "Cae de una", enseñan el lado más sereno y espiritual del astro boricua.

"La energía era muy diferente", dijo el artista al explicar su decisión de volver al estudio de grabación. Lo que quedó intacto del proyecto original fueron los dos temas que ya habían salido al mercado. "Cántalo", su colaboración con Bad Bunny y Residente, y la versión original de "Tiburones". "Aunque algunas de las letras estaban listas ya, las trabajamos un poco más no puedo negar que hay como un rollo de premonición. Son muy relevantes con lo que está pasando", señaló.

Todos los temas tienen el sello de Ricky Martin. Incluso sin escuchar su voz, se nota que se trata de una de sus canciones. Pero al mismo tiempo, traen un toque de "lounge music" de principios de los 90, en algunos casos. Algo de R&B en otros, arreglos de baladas muy sofisticadas en otros. Todos con un toque de Caribe y mucha alma. Las describe como "románticas, obviamente, hay un poquito de despecho por ahí, pero hay mucha introspección. Yo me atrevería a decir que dentro de lo que yo acostumbro a presentar, fuimos más allá para aprovechar algo esta pandemia. Esto que estamos viviendo y que está trayendo tanta información interna y externa".

Escuchando a su musa y a sus emociones, Martin decidió acudir a algunos de los artistas que han marcado su identidad musical para acompañarlo a sanar del duelo que le provocó el confinamiento.

Recuerda que cuando le dijo a Sting: "Quisiera que seas parte de mi proceso de cicatrización y por eso te estoy mandando mi música, porque siento que es el momento de que hagamos algo juntos. Y él me dijo que estaba igual, de luto".

Se ha ocupado de poner a sus hijos mayores, los gemelos Matteo y Valentino de 11 años, en contacto con amigos médicos que les cuenten lo que está pasando y cómo protegerse, así como llevarlos a la calle para que vean que "siendo responsables no hay que tenerle miedo a las otras personas". Además, mantiene una rutina con su marido Jwan Yosef y los niños en la que se ayudan a identificar sus emociones. "No solo es decir que se está bien. Esa no es una emoción", subraya. Estas prácticas y el hecho de tener dos bebés en casa, sus dos hijos menores Lucía y Renn, le ayudan a mantenerse "lleno de optimismo y con muchas ganas de seguir ayudando".