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El catedrático de Historia Xosé Manoel Núñez Seixas. // Xoán Álvarez

Xosé Manoel Núñez Seixas: "No veo un futuro negro, tipo Mad Max"

"Entre 1918 y 1920 hubo tres brotes de la gripe española, y al final el virus perdió virulencia y la gente volvió a ir a los teatros, al cine o al fútbol"

Premio Nacional de Ensayo 2019 por su libro "Suspiros de España", el historiador Xosé Manoel Núñez Seixas (Ourense, 1966) considera que la pandemia de Covid-19 está avivando los nacionalismos populistas y también está poniendo en cuestión la solidaridad en Europea. De todas formas, este catedrático de Historia de la USC experto en nacionalismos no teme "un futuro negro, tipo Mad Max" y cree que superaremos esta crisis como antes se superaron otras epidemias a lo largo de la historia.

-¿Cómo está influyendo la pandemia del coronavirus en los discursos nacionalistas?

-Algunos nacionalismos populistas están intentando aprovechar la crisis desatada por el virus para externalizar la culpa, para presentar el virus como una suerte de invasión extranjera, un discurso que utilizan también para cubrir sus propios déficits de gestión. Lo estamos viendo en Bolsonaro, en Trump o en algunos alcaldes italianos de la Liga, que presentan el virus como una agresión que viene de China. En España fue polémico un tuit del dirigente de Vox Ortega Smith en el que se ufanaba de luchar con sus "anticuerpos españoles" contra "los malditos virus chinos".

-¿Y en la situación política española?

-Este tipo de grandes crisis pueden unir mucho a los miembros de una colectividad, siempre que haya una cultura política que lo favorezca, como está sucediendo en Portugal. Pero en países como España, donde ya había una acusada polarización política interna, y divisiones también en cuanto a la identidad nacional, este tipo de crisis pueden crear mayores tensiones. Sinceramente, no creo que el Gobierno español lo esté haciendo peor que otros. Esto, para cualquiera que gobierne es un embolado. Ha tenido que lidiar con una sanidad pública que llevaba años infrafinanciada y con graves problemas. Ahora bien, es cierto que el Gobierno ha pecado a veces de improvisación. En este tipo de crisis, a la población hay que darle directrices claras, y en ocasiones se ha creado confusión.

-Las discrepancias entre el Gobierno central y las comunidades autónomas sobre cómo abordar la crisis han sido constantes. ¿Ha faltado visión de conjunto?

-El Gobierno tomó la opción de centralizar competencias frente a la pandemia y adoptó desde el principio una política uniforme para todos los territorios. De hecho, se le criticó por no cerrar Madrid, que fue un foco de infección radial, o por no aislar algunas zonas. El modelo territorial español sigue teniendo déficits en lo relativo a la colaboración horizontal. Por otra parte, algunos discursos nacionalistas e independentistas han visto en esta crisis una oportunidad para sus reivindicaciones, como ha sucedido en Cataluña y su mensaje de que si fuesen un Estado independiente lo habrían gestionado mejor.

-¿Cómo valora el papel de la Unión Europea en esta crisis?

-Europa está reaccionando tarde, mal y nunca. El peso de la gestión lo están llevando los estados nacionales. No se dan cuenta de que el virus no entiende de fronteras nacionales. Lo ha resumido muy bien el primer ministro portugués, António Costa, cuando criticó a Holanda por insolidaria. Cuando tengamos que afrontar la reconstrucción hará falta en Europa un Plan Marshall. La ventaja que tendremos los países del Sur es que también los grandes sectores del Norte van a estar muy afectados; si no hay dinero, la gente no va a comprar los coches alemanes. La crisis del Covid-19 es una prueba del algodón para la Unión Europea, y no sé si la superará. Temo que haya una vuelta de las fronteras.

-La globalización facilitó la extensión de la epidemia. ¿Será también una de las víctimas del virus?

-Esta crisis ha sido tan acelerada en parte por la globalización. Hace tan solo 30 años, un brote epidémico que surgía en China tenía muchas menos probabilidades de llegar a España con la rapidez que ha llegado este. Pero al mismo tiempo, la globalización es la que nos permite combatir mejor esta crisis: intercambios de información científica, tecnologías que facilitan llevar mejor el confinamiento. Aunque durante un periodo de tiempo habrá más dificultades para volar y para desplazase, yo creo que la globalización seguirá siendo imparable.

-¿Le ha sorprendido la reacción de la población española a la hora de seguir las normas de confinamiento?

-La ciudadanía en general está reaccionando con una disciplina y un civismo encomiable. Sin duda, está dando una lección a la clase política.

-¿Cree que habrá un antes y un después del Covid-19 en la humanidad?

-Ninguna epidemia se queda de manera indefinida, incluso si no hiciésemos nada. Para la gripe española nunca se encontró una vacuna. La humanidad ha pasado situaciones muchísimo peores y ha sobrevivido. No veo un futuro negro, tipo Mad Max. Entre 1918 y 1920 hubo tres brotes de la gripe española, y al final el virus se quedó pero "domesticado", perdió virulencia y la gente volvió a ir a los teatros, al cine, a jugar al fútbol y a hacer todo lo que hacía antes. Antes o después, esto pasará, porque los medios que tenemos ahora para combatir una pandemia son mucho mejores que hace un siglo. Esto se puede quedar como un mal sueño, como una pesadilla que vamos a recordar todos. La discusión que teníamos hasta hace tres días era cómo evitar que el hombre influya de forma negativa en el medio ambiente, y esto es un aviso que da la Naturaleza de vez en cuando para decirnos que ¡ojo, que hay más especies en este planeta y que el ser humano también es vulnerable! Esto nos dará una lección de humildad y nos obligará a estar mejor preparados. Porque este virus es muy contagioso, pero afortunadamente tiene una morbilidad bastante baja; si tuviera la del ébola estábamos perdidos.

-¿Cambiarán algunos hábitos sociales?

-Puede que cambie alguno, como el de dar besos a las mujeres, lo que a las feministas le va a parecer muy bien. Habrá algunos cambios de hábitos, pero no todos van a ser para mal. Lo que estamos notando todos es que hay muchas facetas del teletrabajo que sí funcionan, como las reuniones con Zoom. Igual gastaremos menos en desplazamientos, algo que el planeta agradecerá. Algunos economistas advertían ya desde hace años que el modelo de crecimiento económico basado en el consumo no podía seguir indefinidamente, y había quien propugnaba el llamado "decrecimiento". Esto ha sido una lección de decrecimiento a lo bestia. Yo no digo que sea positivo, pero extraeremos algunas lecciones. Del mismo modo que después de 1919 varios países llegaron a la conclusión de que había que mantener un servicio estatal de salud reforzado, pues ahora aprendemos a valorar el trabajo de mucha gente, como los sanitarios, que se están dejando la piel literalmente.

-En esta pandemia, ¿qué debe primar: la salud o la economía?

-Entre 1918 y 1919 se acababa de salir de una guerra mundial, y se aceptaba que si una enfermedad golpeaba a tu familia, algunos de sus miembros se morían. No había sistemas de previsión social, ni seguro de desempleo, por lo que no se podía entender un parón de la actividad económica. Hoy en día las cosas son distintas y entendemos que la protección de la vida es un valor en sí, y estamos dispuestos a pagar un precio. A largo plazo, habrá que encontrar un equilibrio y no será fácil.

-Hace unos días firmaba usted un manifiesto a favor del sector de la cultura. ¿Cómo puede afectar esta crisis al ámbito cultural?

-Durante un tiempo, algunos sectores culturales se van a ver muy afectados: la música, el teatro, el cine? Este último puede optar por otros formatos, a través de plataformas digitales como Netflix. Las pautas de consumo cultural, que ya estaban cambiando, van a sufrir cambios importantes.

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