El coronavirus ha alterado por completo la rutina de la sociedad. Ya nos ha robado horas con nuestros amigos, familiares y parejas, paseos, fiestas, viajes y promesas. Hasta se ha llevado por delante multitud de empleos y estabilidad. Su irrupción ha sido tan expansiva que no permite ni un adiós organizado a las personas fallecidas con el patógeno: prima la seguridad en todo momento.

Así lo explica Marcos Carrera, gerente de Vigo Memorial, el único tanatorio de la urbe que se ha visto en esta circunstancia: "Se recoge el cadáver en el hospital tras vencer el periodo legal de 24 horas" y se entierra o incinera. "No podemos admitir la presencia de ningún allegado porque lo más probable es que esté infectado", anota. En este sentido, el Ministerio de Sanidad, en un documento técnico publicado el pasado 5 de marzo, reconoce que permite ofrecer servicio de velatorio "con el ataúd cerrado" y "el cadáver en una bolsa impermeable". A estas condiciones se acoge el tanatorio Emorvisa, que deja decidir a la familia, pero restringe el aforo de la estancia a cinco visitantes y aplica medidas de higiene.

Que las velaciones se suspendan "por prudencia" no significa que se cancelen definitivamente. Vigo Memorial ofrece a los seres queridos la posibilidad despedir al familiar al concluir el periodo de cuarentena. "Damos la opción de hacer el acto de despedida cuando concluya la obligación de estar confinados en nuestros hogares, eso depende de la voluntad de la familia. Postergamos el acto social y los religiosos, aunque el sacerdote sí se acerca para realizar las exequias durante un par de minutos", apostilla antes de dejar claro que las salas para misas "no se están usando". "Cumplimos con las directrices indicadas por los obispos de la Provincia Eclesiástica de Santiago de Compostela", apunta. Las mismas indicaciones sigue el tanatorio de Pereiró, cuyo aparcamiento prácticamente sin coches le delata.

¿Y cómo transcienden los actos de los fallecidos sin coronavirus? Carrera explica que Vigo Memorial sigue "a rajatabla" el protocolo que marca el Ministerio de Sanidad para el manejo de cadáveres en estas situaciones. "Nos ceñimos a las pautas determinadas por el estado de alarma. El aforo de las salas es un tercio del establecido y la separación entre las personas en las salas de velación debe ser de entre uno y dos metros", detalla. En Pereiró, idéntico panorama.

Para advertir a los visitantes, los trabajadores de Vigo Memorial les comunican esta información "verbalmente" y por medio de carteles dispuestos en diferentes puntos de las instalaciones. "Estamos muy encima de ellos para que tengan esta actitud, pero ya hay mucha concienciación y cumplen las medidas de confinamiento: los velatorios no son tan numerosos, solo se acercan los más allegados. Desde que estamos en crisis sanitaria, los presentes se limitan a hijos, padres y hermanos", subraya.

"Continuamos trabajando, por supuesto, ya que somos un servicio básico y esencial para la comunidad. Hay que enterrar a la gente que se muere y debemos retirar los cadáveres de los hospitales para evitar situaciones similares a las de Italia. Tomamos las medidas oportunas para garantizar nuestra labor en todo momento. Pertenecemos a la rama sanitaria, tenemos las mismas obligaciones en favor de la salud pública que los hospitales", defiende Carrera.

Trámites por vía no presencial

Tampoco bajan la persiana las compañías de decesos. José María Cameselle, responsable del departamento de Asistencia de FE Seguros, advierte de que el panorama generado por la propagación del coronavirus ha obligado a la empresa a modificar la forma de relacionarse con los clientes. "El procedimiento normal es tramitar directamente con las familias; cuando se produce una defunción, nos acercamos al centro sanitario, al geriátrico o al domicilio y hablamos con los allegados. Ahora, lo mismo, pero sin contacto directo: con cobertura telefónica. Desde que estalló esta crisis, el cien por cien de las contrataciones se completan telefónicamente desde la central, ya no se hacen de forma presencial", explica.

Cameselle destaca otro contratiempo para su entidad -que ya ha tenido que lidiar con la gestión de un fallecido con coronavirus y ha aplicado el protocolo antes señalado-. Se trata de los plazos en la gestión del papeleo. "Todo se va a ralentizar. Tramitamos los certificados de defunción, las últimas voluntades, las pensiones activas y pasivas, las de orfandad... y sabemos que habrá un retardo en los procesos; el registro civil está bajo mínimos y todo se encuentra parado, como los juzgados", dice.