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Ángel Guerra - Pdte. Asoc. Galega Bioética

"La eutanasia es como una transgresión a la norma social de no matar"

"Legislarla supondría empezar la casa por el tejado; que España desarrolle los mejores cuidados palitativos"

Ángel Guerra. // M. G. Brea

Sitúa el debate en el contexto del final del 'paternalismo' médico -la función de curar y no hacer daño- y con la supuesta autonomía del paciente 'socavada' por el sufrimiento.

-¿Cuál es la postura de Agabi con respecto al proyecto de ley que se prepara para la eutanasia?

-Apoyar los paliativos es una solución más digna. Inmediatamente, si se aprueba esa Ley de eutanasia el gobierno deberá ir a una Ley de cuidados paliativos con una financiación seria en todos los ámbitos de la sanidad pública y que se tome muy en serio a las personas con sufrimiento grave. Hoy en día la farmacopea tiene estupendos medicamentos y también existe la sedación, que nunca va a matar al paciente. Si no, estamos haciendo un flaco servicio a la sociedad. Le estamos dando una válvula de escape que socava la relación de confianza entre el médico y el paciente, que no tiene muy en cuenta la dignidad de la persona y que puede lesionar más cosas importantes.

-La que tenemos actualmente en Galicia, aprobada en 2015, y llamada Ley de muerte digna se encarga de los cuidados de enfermos terminales. ¿Por qué no desarrollar las dos?

-Lo he discutido con muchas personas y lo que creemos es que no se puede empezar la casa por el tejado. Para evitar el sufrimiento a los pacientes y el deseo de morir a personas porque no están bien atendidas, se deben desarrollar bien los cuidados paliativos. Quizás no se han puesto los medios para que esa persona libremente reconozca que puede seguir viviendo, porque tiene apoyo de la familia y los hospitales. Debemos coger la casa por los cimientos e intentar que los paliativos en España sean los mejores, que nadie se encuentre desamparado ante el sufrimiento. Es antinatural reclamar la muerte. La Sociedad española de cuidados paliativos y Agabi ven muy importante el servicio de ADO, de la familia en atención a domicilio.

- Otros países de Europa ya cuentan con una ley similar.

-Ahora mismo, en nuestra sociedad el "no matar" está absolutamente metido en la entraña de la sociedad. Introducir la eutanasia nos parece una transgresión a esa ley. ¿No matarás a veces? ¿o bajo ciertas condiciones? Nuestra civilización ha progresado eliminando las excepciones a esa prohibición de matar. La pena de muerte está mal vista... Por tanto, opino que legalizar la eutanasia es algo regresivo, supone un paso atrás. Yo he vivido en Holanda cuando se aprobó la Ley de eutanasia allí. Una ley de ese tipo se ha ido extendiendo, de las 1.800 personas que deseaban morir en el año 2000 a más de 7.000 en la actualidad; unas veinte al día. Ahora que se discute en el Parlamento, estoy seguro de que se pondrán muy buenas garantías, pero con el tiempo, las cosas cogen holgura. No deja de ser un planteamiento utilitarista de la persona; cuando se considera innecesaria, su vida ya no tiene sentido.

--Uno de los asuntos más peliagudos es la comisión evaluadora. En España autorizará caso a caso. ¿Tendría que haber algún experto en ética en ese comité?

-Probablemente salga adelante. Es vital que estén presentes más comités de bioética, no solo de nuestra asociación. Se van a encontrar con una serie de casos que requieren decisiones muy serias, con garantías muy bien definidas.

-El gobierno se ha referido al amplio consenso social que existe para aprobar esa ley. Según el CIS, incluso el 60% de los católicos están a favor.

-No conozco ninguna encuesta que se haya hecho entre católicos con respecto a la eutanasia. Yo no he hablado de religión, pero me parece un dato poco fiable. Se juega con los sentimientos de la gente. Es penoso y agobiante encontrarse con personas en estas circunstancias. Todos sentimos gran pena y dolor incluso cuando una mascota está terminal. Yo he tenido que eutanasiar delfines y sé de lo que hablo; es muy desagradable, tremendo. Pero el sentimiento no puede ser el criterio para legislar, porque es muy volátil. No podemos regirnos por el corazón, la razón debe estar por encima.

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