Con irrelevantes versiones para salas y salones como disuasor precedente, lanzar una nueva vuelta de tuerca a la célebre novela de Louisa May Alcott (tan perjudicada por su cursi título español) era una jugada de dudoso interior salvo que cayera en planos de alguien que supiera/pudiera darle un buen revolcón a un argumento y unos personajes que nos sabemos de pé a pá (máxime cuando en navidades nos suelen empaquetar alguna adaptación anterior, sobre todo la aún entrañable de Mervyn LeRoy). Alguien como Greta Gerwig, autora de la muy personal "Lady Bird", con la que su segundo trabajo tiene más puntos en común de los que cabria esperar. Y que sabe dar un barniz moderno a un material esencialmente clásico sin caer en anacronismos fuera de lugar pero poniendo los puntos sobre las íes en cuestiones que hoy han quedado desfasadas a pesar de ciertos brotes tímidamente feministas que ya surgían del libro.

Gerwig sabe que los rostros son fundamentales en su campaña por quitar telarañas y eliminar polillas. Rejuvenecer un texto tan antiguo no puede hacerse si solo se apuesta por caras bonitas y encantadoras. Sin más. De ahí que se recurra a Saoirse Ronan, Chalamet o una soberbia Florence Pugh, talento joven a espuertas. Y a Emma Watson, que no está a la misma altura pero no desentona. Y poniendo el blindaje de Laura Dern y Meryl Streep (genialmente antipática) para proteger la retaguardia secundaria. Si encima tienes la música ma-ra-vi-llo-sa (los guiones hacen las veces de subrayado en rojo) del gran Alexandre Desplat (tan buena que Gerwig abusa un poco de ella) y una fotografía de exquisita delicadeza a cargo del francés Yorick Le Saux, ya tienes en el bolsillo un certificado de suficiente calidad. No es que Gerwig haya dado la vuelta como un calcetín al original porque ahí está la jovial impronta de festividad familiar, algunos repliegues sentimentales que bordean cursilandia y ese mensaje inmaculado de buen rollo con ligeras vetas rebeldes. Relato iniciático que la guionista/directora subraya partiendo en dos la línea temporal, esta "Mujercitas", su visión feminista del universo femenino no se alimenta tanto de estampas de humor y drama que no nos pillan desprevenidos como de la forma de mostrar cuatro miradas distintas en cercanía íntima y resolutiva, sin paños calientes a la hora de ensalzar a unas mujeres adelantadas a su tiempo en la defensa a ultranza de la libertad de elección, y con la suficiente mordiente visual para que la historia de siempre parezca (casi) nueva. Y qué final tan, tan, tan bonito sin ser relamido.