La Audiencia Provincial de Vizcaya condena a prisión permanente revisable a la mujer que asesinó el 19 del pasado mes de enero a su hija de nueve años en el barrio bilbaíno de Atxuri tras suministrarle "un cóctel letal" de diferentes medicamentos y asfixiarla para asegurarse de su muerte, según la sentencia. Se trata de la primera prisión permanente revisable que se ha impuesto en Vizcaya y la segunda en Euskadi. El primer condenado a esta pena en la Comunidad Autónoma Vasca fue un profesor de música natural de Sevilla, por el asesinato de una bebé de 17 meses en Vitoria, a la que lanzó por una ventana la madrugada del 25 de enero de 2016.

El juicio se celebró entre los días 12 y 17 de diciembre, y el 19 se conoció el veredicto del jurado que, por unanimidad, declaró a la acusada culpable de asesinato agravado por matar a su hija Kiara tras administrarle una cantidad "masiva" de medicamentos y asfixiarla en su domicilio familiar de Bilbao, el pasado 16 de enero.

El Tribunal popular consideró probado que se trató de asesinato con alevosía contra una menor de nueve años, una víctima especialmente vulnerable. Además, estimó que la procesada había incurrido en la circunstancia agravante de parentesco.

En la sentencia de la magistrada-presidenta del tribunal del jurado, Nekane San Miguel, recuerda que los hechos ocurrieron cuando una joven encontró en el interior de su vivienda familiar, ubicada en la calle George Steer de la capital vizcaína, a su madre y a su hermana de nueve años en la cama inconscientes. Ésta alertó a emergencias y la madre fue evacuada al hospital en estado grave, pero lograron reanimarla, mientras que la pequeña falleció. El fallecimiento fue provocado por "la ingesta masiva" de varios medicamentos que le suministró su madre, algunos de ellos en cantidades letales. La acusada conocía el efecto que causarían en la pequeña porque su intención fue causarle la muerte.

Además, la encausada, para asegurarse el fallecimiento de la menor, oprimió sobre la cara de la pequeña una almohada para producir la asfixia, cuando está se encontraba amodorrada por el efecto de las medicinas y no podía reaccionar ni defenderse. Posteriormente, la madre ingirió idénticos medicamentos que los que había dado a su hija para acabar también con su vida. Una vez reanimada en el centro hospitalario, asumió la autoría del asesinato, aunque aseguró que lo había hecho obligada por un hombre encapuchado.

La magistrada afirma que no existe ninguna prueba ni dato de que en la vivienda, además de la mujer y la víctima, hubiera otra persona hasta la llegada de la hermana mayor de la pequeña. "No existe ni un solo dato que haga surgir dudas razonables sobre este extremo", asegura, para indicar que todo ello pese a que la defensa de la acusada ha intentado crearlas durante la vista oral.