Inauguró su primera clínica en Vigo -hoy tiene tres- hace cuarenta años y durante dieciséis (1994-2010) presidió el Colegio de Ópticos-Optometristas de Galicia, del que anteriormente fue delegado provincial de Pontevedra. Enrique Valcárcel, nacido en Salamanca "por accidente", afirma, pero vigués de adopción, acaba de ser homenajeado por la Facultad de Óptica y Optometría de la Universidad de Santiago de Compostela (USC), que reconoce así su trayectoria profesional.

- ¿Maltratamos la vista con tanta pantalla?

-Podemos decir que sí. Vivimos en la era de la información y una noticia que generemos ahora, aquí en Vigo, puede estar en la otra parte del mundo en dos minutos, y esa comunicación es, casi siempre, a través del móvil, el ordenador y la televisión. El ojo está preparado para ver de lejos, por lo que si está viendo de cerca 6-8 horas diarias, le estamos sometiendo a una enorme tensión. Además, estamos ante una fuente de luz intensa, que está produciendo deslumbramiento y que puede llegar a causar ansiedad.

- ¿Tiene relación con el aumento de casos de miopía?

-Hay estudios que demuestran que pasar demasiado tiempo delante de una pantalla o en ambientes cerrados termina ocasionando que el ojo se olvide ver de lejos y se produzca miopía.

- ¿Cuál ha sido el mayor adelanto en su campo en estos años

-Ha habido muchos. Las lentes de contacto, por ejemplo. Cuando yo llegué a Vigo, lo que más se adaptaban eran las lentes de contacto rígidas. Hoy son de silicona e incluso se puede dormir con ellas. Las gafas, que antes eran de vidrio y muy pesadas. Hoy, con materiales como los titanios, son muy ligeras. Los cristales orgánicos son otro adelanto. Además, están tratados para evitar la filtración de la radiación ultravioleta, que es la que causa la catarata y problemas en la retina.

- ¿Protegemos la vista adecuadamente de los rayos ultravioleta?

-Sinceramente no, porque se venden muchas gafas que tienen una serie de aberraciones, con cristales que absorben los ultravioletas. Este tipo de gafa hace más daño que no llevar nada, porque cuando hay mucha luz, lo que hace el ojo es contraer la pupila, por lo que frena la entrada del ultravioleta. Si le ponemos un cristal oscuro, lo que hace es abrirla, por lo que entra el doble o el triple de radiación. Hoy estamos viendo mucha gente joven -45-55 años- que ya tiene cataratas por ese culto al sol y porque no han utilizado los cristales adecuados. Esto es, además, un costo tremendo para el sistema sanitario.

- ¿Cuáles son los principales problemas a los que se enfrentan los ópticos-optometristas?

-Tenemos mucho intrusismo. Además de gafas de sol que no reúnen los requisitos, se están vendiendo muchas gafas graduadas, esas gafas premontadas que que se ven en bazares, farmacias, etcétera, que muchas veces no reúnen los requisitos necesarios para la persona que las utilizan. A veces, viene gente que no ve de un ojo y al hacer los controles descubres que ha habido una miopía muy fuerte, que ha aparecido un glaucoma que ha causado esa pérdida de visión y esto es por no haberse hecho una corrección correcta de la graduación y estar utilizando gafas no adecuadas. Y esto, vuelvo a insistir, es un gasto tremendo para la sanidad pública. Un estudio que hicimos en la Universidad de Santiago concluía que solo el 5%, y con excepciones, de la población podría usar esas gafas premontadas. Yo he visto chóferes de autobús leyendo el periódico con esas gafas a la puerta de los colegios. Con esa gafa, esa persona rompe la binocularidad, se queda viendo con un solo ojo, y cuando sale con el autobús no sabe calcular la distancia porque para ello tiene que esperar 15-20 minutos después de usar la gafa. Y esto es un peligro.

- ¿Cómo asume el reconocimiento de la Facultad de Óptica y Optometría ?

-Con mucho honor, pero sin la junta de gobierno que tuve la suerte de dirigir no habría sido posible este homenaje. Todo el personal del colegio ha sido siempre ejemplar, del primero al último. Es más, hemos sido ejemplo para el resto de las autonomías en muchos temas. Hemos sido una de las primeras donde se informatizó el sistema de colegiados y de los primeros en firmar un convenio con la Seguridad Social para rebajar las listas de optalmología haciendo revisiones ópticas.