El ganado vacuno sufre una "demonización en el discurso público" por su potencial contaminante que no está justificado, un hecho que se extiende al resto de especies ganaderas extensivas (ovino y caprino), según el consultor internacional en ganadería y medio ambiente Pablo Manzano.

En su participación en una mesa redonda celebrada en la Cumbre Mundial del Clima (COP25), Manzano defendió ayer que la ganadería "no tiene tanta culpa, como se le echa, sobre el cambio climático" y apuesta por actuar en las producciones intensivas, y lamentó que la acción política mundial se esté centrando en grandes rumiantes como el vacuno, por su emisión de metano, y no en granjas intensivas: "Se está perdiendo el foco".

Granjas intensivas

Para Manzano, las granjas intensivas hacen un mayor uso de combustibles fósiles, cuya combustión emite dióxido de carbono que permanece durante "miles de años en la atmósfera", en contra de lo que le ocurre al metano.

El coordinador en Ecologistas en Acción de la campaña Stop ganadería industrial, Daniel González, cree que la crisis climática está "muy relacionada" con ese tipo de ganadería, "aunque, en principio, se hable más de otros sectores". González es partidario de analizar el modelo agroindustrial para "intentar revertir" la situación y "atajar el incremento de la temperatura global".

Por su parte, la portavoz de la coordinadora estatal Stop Ganadería Industrial, Rosa Díez, cargó contra la ganadería intensiva, que "contribuye en gran medida al cambio climático" y que, a su juicio, está siendo "alentada" por los países a través de planes "desmesurados y descontrolados".