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Luis Montero Manglano: "Los museos tienen fantasmas e historias secretas"

"La apocalipsis zombie está de moda, pero no es nueva porque Bruegel ya la pintaba en el s. XVI", defiende este experto en el Museo del Prado

Una imagen del público en la conferencia "Los crímenes del Museo del Prado", ayer. // José Lores

El público de CLUB FARO asistió ayer a una conferencia de inusual temática en la que lo macabro fue el eje vertebrador pero, siempre, con el fin artístico presente. El encargado de realizar el recorrido siniestro fue el escritor Luis Montero Manglano, historiador del arte que aprovechó para presentar su libro "El museo de los espejos" (Plaza Janés).

Introducido por el pintor Antón Pulido, Montero Manglano estableció la conexión con su última obra en la que un secreto mortal se oculta en las pinturas del Museo del Prado. Por ello, escogió varios cuadros de dicho templo artístico para desmenuzar sus secretos y simbologías. Como elemento común, todos presentaban alguna muerte o asesinato.

Para crear una atmósfera tenebrosa, que hubiera sido ideal para el Samaín, este experto señaló que "los museos tienen fantasmas. Yo he trabajado en uno que tenía un fantasma; no lo vi pero conozco a gente que sí lo había visto". A continuación, subrayó que los museos "tienen fantasmas e historias secretas, ocultas".

El punto de partida de su extraño periplo fue el lienzo "El triunfo de la muerte" de Bruegel el Viejo. Este óleo (1562-1563) es un "cuadro nihilista", defendió el escritor que lo tildó de "fascinante".

Manglano destacó su propuesta "apocalíptica". Esto último lo justificó explicando que la muerte lo ocupa todo ya que se presenta un ejército de esqueletos, cadáveres y muertos vivientes sin dejar esperanza.

En este sentido, resumió que bien se podría denominar "apocalipsis zombie". "Está de moda ahora pero no es nada nuevo porque Bruegel lo hacía (lo pintaba) en el siglo XVI".

Para Manglano,"es tremendo este cuadro" seguramente inspirado en las danzas de la muerte en la Edad Media debido a los desastres de la peste negra que dejó diezmada a Europa. "El 70% de la población europea murió a consecuencia" de esa dolencia, "lo que fue mucho", especificó.

"Ese impacto lo vuelca Bruegel en este 'Triunfo de la muerte' donde muestra estos esqueletos maléficos y diabólicos, con criaturas extrañas" que, según su punto de vista guardan similitudes con el universo pictórico de El Bosco.

El autor se fijó principalmente en un esqueleto amarillo con máscara recordando que dicho color se asociaba entonces a lo funerario por la conexión entre el amarillo, el oro y lo eterno. De hecho, recordó que, a día de hoy, el amarillo aún es el color del mal fario en el teatro.

Para Manglano, el fin último de la pintura no se depositaría tanto en la alegoría sino en la propia vida del pintor y su miedo real a la muerte. A esta conclusión, llegó analizando la iconografía y símbolos como las vasijas caídas que vierten agua. "Cuando se derrama agua, significa la muerte", señaló.

El segundo cuadro en el que se fijó el escritor en su conferencia en CLUB FARO fue "La muerte de San Pedro mártir" (1493-1499), de Pedro Berruguete.

La pintura representa el martirio de Pedro de Verona, de la orden dominica en Como. En el siglo XIII, se dirigía a Milán para hablar con unos herejes.

"Tenía gran fama de orador (...) Lo debió hacer muy bien porque unos jerifaltes contrataron a unos sicarios para que a la salida de Milán lo emboscaron y asesinaran", explicó el historiador del arte. A pesar de tener incrustada en la cabeza una hachuela, Pedro hace un último esfuerzo y escribe la palabra credo en el suelo. El sicario se da cuenta y lo remata con un cuchillo.

"Aquí hay un análisis de la escena del crimen", señaló, que presenta un detalle: un perrito. Sobre el can, indicó que es un animal que acompaña a las ánimas más allá de la muerte. Otras civilizaciones lo consideraban así, por ejemplo, Anubis, y su forma de cánido. Los griegos tenían un can cerbero con tres cabezas a la puerta del hades, el infierno. El perro significa que el alma ya no estaba allí.

El tercer cuadro analizado fue "La historia de Nastagio degli Onesti" de Botticelli, una pintura en la que aparecen fantasmas con el trasfondo de una historia criminal, la conjunción de dos familias de Florencia y un guiño a la Santa Compaña.

Esto último llega por la historia que cuenta el cuadro inspirada en una leyenda de origen escandinavo sobre una cacería salvaje formada por espíritus, almas condenadas a repetir dicha cacería para toda la eternidad. Cualquier persona que se cruce con ellas a medianoche, no debe mirarlas fijamente, de lo contrario, pasaría a formar parte de esta comitiva. "Yo creo que esto les suena. Esto se cristianizó y se contaba por toda Europa (...) y en Galicia se llamó Santa Compaña".

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