La biología marina le atrajo desde niña, cuando navegaba con su padre entre los arroaces de la Ría. Y hacía ella fue dirigiendo sus pasos tras descartar, también en esos primeros años de infancia, el oficio de veterinaria. Desde entonces ha estudiado los animales marinos que habitan las aguas del Atlántico, desde Portugal hasta Francia, así como de Brasil, Costa Rica, las Antillas e incluso la Antártida. "Es una suerte haber podido estar en todos estos lugares. Mis padres, que han sido un gran apoyo, siempre me dijeron que hiciese lo que me gustaba", agradece Paula Méndez (Vigo, 1981), investigadora del Observatorio Pelagis de La Rochelle.

La primera vez que llegó a esta ciudad francesa era una estudiante de la USC becada para unas prácticas. Después le surgió la posibilidad de hacer allí su tesis y, mientras aguardaba por la financiación, se fue a Costa Rica para trabajar con una ONG dedicada a las tortugas marinas. En 2008 inició en La Rochelle una etapa predoctoral de cuatro años cotutelada por la universidad gala y la portuguesa de Minho, y en colaboración con el Oceanográfico de Vigo y la Universidad de Aberdeen, para estudiar la ecología trófica de cinco especies de delfines en el norte de Portugal y Galicia.

Su trabajo ya incluía una pequeña parte dedicada a la contaminación, campo en el que profundizó como investigadora postdoctoral en São Paulo: "Participé en campañas en Brasil, las islas Guadalupe (Caribe) y la Antártida. Fueron dos años y medio maravillosos".

En 2016, gracias a su experiencia y sus vínculos internacionales, volvió a La Rochelle para incorporarse al Observatorio Pelagis, cuya misión es vigilar y monitorizar la conservación y ecología de los mamíferos y las aves marinas en aguas francesas, incluidas las de ultramar.

"Francia es un ejemplo, pocos países centralizan estos estudios en un solo centro. España sería lo contrario", lamenta Paula, que desde sus años universitarios colabora con la Coordinadora para o Estudo dos Mamíferos Mariños (CEMMA), la conocida ONG gallega nacida en el 92 y de cuya actual junta directiva forma parte. "Tiene muchísimo mérito. Lleva muchos años haciendo investigaciones sin apenas apoyo económico", reivindica.

La plantilla del Observatorio Pelagis está integrada por 11 científicos permanentes que trabajan con datos recogidos a través de seguimientos de telemetría y acústica, varamientos o campañas de observación desde barcos y aviones.

Paula se ocupa de los varamientos y la contaminación. "Los mamíferos marinos son especies centinela que nos permiten conocer el estado de los ecosistemas. Son extremadamente móviles, recorren distancias enormes en muy poco tiempo, y además se encuentran en la parte más alta de la cadena trófica, por lo que presentan más concentración de contaminantes debido a los procesos de bioacumulación y bioamplificación".

Las especies que más estudia son las que registran mayor índice de varamientos en la costa gala. Y las tres habitan en aguas gallegas: el delfín común, el arroaz y la toniña.

"Es difícil establecer tendencias generales sobre contaminación. Depende de la especie, la zona donde vive y su alimentación. Podemos hablar de una disminución de sustancias ya prohibidas hace décadas como PCB o DDT, y también del plomo. Pero la evolución de la presencia de mercurio y cadmio es menos clara, aunque en algunos mamíferos va en aumento", apunta.

Paula ha visitado el Oceanográfico de Vigo para conocer un estudio en el que se detectaron microplásticos en estómagos de delfín común, pero asegura que sus niveles no son muy significativos. "Analizar su presencia en animales tan grandes y en las condiciones en las que trabajamos en las zonas donde varan es muy difícil. En Pelagis sí estudiamos los macroplásticos y, aunque hemos visto focas con restos enredados en el cuello, no suponen la amenaza principal".

"Lo que más preocupa en las aguas atlánticas de Francia y me permito decir que en Galicia son las capturas accidentales", añade la bióloga. "Los delfines se quedan presos en ciertas artes de pesca y mueren ahogados antes de llegar al barco. Las señales y marcas que lo indican son muy claras", comenta.

Desde Francia, Paula mantiene colaboraciones con el Oceanográfico y el Instituto de Investigaciones Marinas-CSIC de Vigo, adonde vuelve a menudo, sobre todo, para que su pequeña hija esté en contacto con Galicia: "La Rochelle es una ciudad muy bonita y sigo mirando al Atlántico, pero la costa no tiene nada ver con la nuestra".