"No vivimos a la altura de nuestras capacidades, vivimos a la altura de nuestras creencias". La exposición de Álex Rovira, conferenciante, profesor, escritor y especialista en generar valor en personas y equipos, navegó entre la idea de que educar es amar, la mirada apreciativa, el verdadero Efecto Pigmalión (en la escuela y la familia) o las dimensiones que son necesarias para que se produzca una auténtica transformación en una persona o en todo un sistema. Con una conferencia matinal, Rovira protagonizó uno de los momentos más emocionantes de la segunda jornada del III Foro de Educación Faro Impulsa, que ayer culminó con centenares de docentes divididos por la tarde en los talleres prácticos de la psicóloga Silvia Álava, la creativa Elba Pedrosa, el docente de matemáticas Julio Ferro, los formadores de Down Vigo, el profesor de Secundaria Sergio Clavero, el docente universitario José Yuste y el maestro y pedagogo Javier García.

Con un cuento como metáfora, de un arquero que quería ser el mejor del mundo y llegar a clavar una flecha en la luna, Rovira proclamó que lo importante "no es tanto la realización de nuestros deseos (que la flecha llegue a clavarse en la luna) sino lo que nuestros anhelos hacen para que nosotros nos convirtamos en buenos arqueros". "Esa es nuestra función como maestros y pedagogos: no renunciar a la utopía", expresó el conferenciante y autor de libros como "Amor", "La buena suerte" o "La brújula interior".

Aprendizaje y valores en el cierre del Foro de Educación de FARO

Aprendizaje y valores en el cierre del Foro de Educación de FARO

Además del talento, Rovira habló de talante. "Talante de presente: elegir la mejor actitud en cada momento, independientemente de las circunstancias. Y talante de futuro: un buen maestro, un buen padre (o madre) tiene que dar una visión de esperanza y un compromiso real: pies en el suelo y cabeza en las estrellas. Un mensaje de esperanza que justifique todos los esfuerzos y que permita pensar que estamos sembrando para cosechar", describió el conferenciante, que imparte charlas sobre gestión y valor personal y de equipos en Europa, América y Asia. En cuanto al talento y al talante expresó: "históricamente se han definido dos competencias como centrales: talento y aptitud; la paradoja es que a mucha gente se le ha contratado por su buen talento y se le ha despedido por su mal talante", en un guiño al mundo empresarial que el conferenciante exploró durante años.

Rovira aprovechó el encuentro para ofrecer al público una receta sobre los ingredientes necesarios para el cambio. "La evolución y la transformación de un ser humano y de un sistema humano pasa por la movilización activa y consciente de cuatro dimensiones: actitud, conocimiento, habilidad y compromiso", enumeró el profesor. Y definió cada uno de los conceptos. "La actitud se trata de educar a nuestros hijos en amar y querer; el conocimiento es aprender y saber y la tercera pata, los hábitos, es la inteligencia práctica. Cuando alguien es competente y solvente se produce una evolución natural que permite que la persona sea creativa y generosa", describió Rovira, que añadió: "alguien que realmente ama quiere compartir el conocimiento". "Además de estas cuatro dimensiones hace falta una inteligencia ética. En este punto surgen los síntomas de una buena cultura y la vida toma sentido. Cuando la cultura es potente se propicia la realización humana sistémica, con la movilización de corazón, cabeza, acción, espiritualidad y una ética firme", concluyó Rovira.

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Un III Foro de Educación FARO por todo lo alto