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LA ESPUMA DE LAS HORAS

"No llegarás a nada en la vida, Daltrey"

Kibblewhite se equivocó cuando expulsó de su escuela al cantante de los Who, una de las legendarias voces del rock

Roger Daltrey, durante el concierto de los Who en Woodstock, en 1969.

Roger Harry Daltrey vino al mundo en 1944 en medio del granizado de bombas sobre Londres. Pronto llegaría la paz: los tiempos del racionamiento y las oportunidades limitadas para los británicos de la clase trabajadora marcaron el inicio de una nueva guerra por la subsistencia. Inquieto y pendenciero fue expulsado de su escuela por llevar a clase una escopeta de balines que un compañero se encargó de disparar con tan mala fortuna que, al rebotar, en una pared el proyectil hirió a otro de los alumnos en un ojo. El director del centro, un tal Kibblewhite, le dijo en el momento de la despedida: "No llegaras a nada en la vida, Daltrey". Y Daltrey, sesenta años más tarde, decidió agradecer las palabras del profesor imprimiéndolas en la portada de sus jugosas memorias que estos días ven la luz, traducidas al español, gracias a Libros del Kultrum.

Kimblewhite se equivocó. Daltrey conectó enseguida con el genial guitarrista compositor Pete Townshend, el brillante bajista John Entwistle y un batería supersónico llamado Keith Moon. Mientras la beatlemanía tomaba posesión de las calles, los mods dictaban la moda y buscaban la catarsis musical, el cuarteto dominó el campo energético, primero como los Detours, luego los High Numbers, y finalmente los Who. Suya empezó a ser la banda sonora de la rebelión de los años 60, o lo que es lo mismo la revolución de los tres minutos que dura su canción "My Generation". A la vez nacía una era en la escena: Townshend rompía guitarras, Moon lanzaba al aire las baquetas y los primeros grandes himnos de la angustia adolescente fluían, desde "I Can't Explain" y "My Generation", hasta la ópera "Tommy" y "Quadrophenia". "Live at Leeds", grabado en 1970, con tres covers fenomenales,"Young Man Blues", "Summertime Blues" y "Shakin'All Over", y tres clásicos imperecederos, "Susbstitute", la citada "My Generation" y "Magic Bus", se convirtió en uno de los mejores directos de la historia del rock. Un año después, en "Who's Next", Daltrey, el chico al que Kibblewhite le dijo que jamás llegaría a nada, demostraba en "Behind blue eyes" que no solo era un vigoroso intérprete de rhythm and blues sino también un extraordinario cantante de baladas. Cada vez que la escucho, tantos años después, siento algo parecido a un estremecimiento. Luego, las drogas y otros excesos se llevaron por delante a Moon, en 1978, y a Entwistle, en 2002, pero Townshend y Daltrey siguieron desempolvando hasta nuestros días la nostalgia de los Who.

Es parte de la melancolía que provocan las sinceras y descarnadas memorias del fundador ("Mi historia") de uno de los grupos más electrizantes de todos los tiempos: el cockney de pelo rubio ensortijado que se dejó los rizos tras comprobar que despertaba con el cabello alborotado, el mago del pinball de "Tommy", un tipo elegante a su manera y con una voz que fácilmente sabía convertir en el más versátil de los instrumentos. Y que jamás se olvidó de la vocación generacional de la música que empezó a hacer en el tiempo que le tocó vivir, ni de la pequeña revolución que supuso el rock entendido como expresión juvenil de rabia y rebeldía. Mi generación: guitarras destrozadas y tambores golpeados sin piedad. Por baquetas y coces.

Hace unos tres años pronunció estas palabras: "Me entristece darme cuenta que el rock ha alcanzado su punto final... Las únicas personas que están diciendo algo que realmente importa son los raperos, las letras del pop no tienen sentido y son fáciles de olvidar".

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