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Hablando con los árboles

Desangelado, mustio y ligeramente tedioso 'biopic' sobre el autor de las trilogías de "El señor de los anillos" y "El hobbit"

Nicholas Hoult y Lily Collins, en dos fotogramas de la película.

Los misterios del lenguaje, los desmanes de la imaginación, la inspiración salvaje en las trincheras, los primeros y urgentes amores, las peripecias de la amistad, la rebelión intelectual en las aulas. Como se resume al final: búsqueda, viaje, amistad, valor... "El señor de los anillos", sí: la vida del joven Tolkien da, en teoría, para construir una apasionante y frondosa historia de iniciación a todos los niveles, tirando del hilo de su popular narración para rastrear en su peripecia vital aquellos puntos que le sirvieron para fantasear con dragones, princesas, guerreros, reyes... y árboles.

En la práctica, este parcial biopic es desangelado, mustio, ligeramente tedioso y condenado de mano a no ser creíble por la funesta elección de Nicholas Hoult como protagonista.

Si nos atenemos al perfil de Tolkien que dibuja la película, el escritor era un soso de cuidado. Cualquiera de sus camaradas de fraternidad es más interesante que él, y, desde luego, no se entiende que despierte tanto interés en el amor de su vida, con la que mantiene una conversación de manos enlazadas sobre las palabras que debería ser intensa y poética y se queda en nada por la inexpresividad de Hoult. Al director se le nota entregado en las escenas bélicas, donde puede quitarse el corsé y lucirse en las trincheras inundadas de sangre, entre humaredas letales y lanzallamas que invocan la imagen de los dragones, pero en el resto de la película exhibe un estilo rancio y apocado que solo se sacude un poco el polvo en algún momento puntual (el beso escondido entre bambalinas, el acecho a los árboles de ramaje fantástico). Poca cosa.

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