El tema de la violencia de género es la base de "Limbo" (premio al mejor corto de imagen real y mejor banda sonora en Cans 2019 de Germán Díaz), un cortometraje de Dani Viqueira que a punto estuvo de tener vida propia en Hollywood.

"Me llegaron llamadas de Beverly Hills, de Hollywood, para analizar el proyecto -explica Viqueira-. Allí se trabaja así: estudian la idea, si la ven viable se hace un corto en Estados Unidos y, después, la película; pero el tema de la violencia de género no es vendible, así que no salió adelante. Sin embargo, estuvo bien la llamada, hemos visto cómo funciona la distribución".

En los cinco meses que lleva pululando por el mundo, esta pieza ha obtenido 35 selecciones en festivales internacionales. Para su realizador es un logro, teniendo en cuenta que está anclado en el género del terror y que no contó con subvención para su ejecución.

Esta era la tercera vez que Viqueira (A Coruña, 1983) participa en Cans, ganando el premio a mejor dirección con "Koan" en 2014.

Rememora que la idea nació un día en la finca de sus abuelos mirando para el marco de una ventana: "Imaginé a un hombre caminando hacia el fondo de la finca en un día de invierno, con viento. Empecé a hacerme preguntas sobre el personaje. Un día le dije a mi madre que me acompañara a allí y decidí encañonarla con una escopeta. Imaginé al personaje disparando a mi madre, algo recurrente en las noticias de violencia de género y asesinatos machistas".

Reconoce Viqueira que la historia del corto es "dura" y que, precisamente, lo que quería era "impactar" al espectador en los primeros minutos. Asimismo, explica que, con los efectos especiales, recibió la ayuda de Gorka Andía (Goya por su trabajo en "Handia") para la escena más difícil de digerir -y en la que parte del público se tapó los ojos durante el visionado-, pero que "era necesario mostrar", aunque, en el montaje final, decidió "reducirla al máximo".

| "Soy una tumba". Otro corto que exploró en una historia que podría ser real, asentada en el lado del drama, fue "Soy una tumba" (nominado a los Goya), del cangués Khris Cembe, que con "Viaje a pies" había triunfado en el Festival de Cans en 2016 y que trabajó en "Psiconautas" que el mismo año consiguió un Goya.

En esta edición, "Soy una tumba"ganó el premio a mejor trabajo de animación. Desde Bristol, Reino Unido, explicaba ayer por email que la idea "había nacido de la inquietud de contar una historia sobre la soledad, la infancia y la muerte. Para esto, decidí ambientarla en nuestra tierra. Creo que es el lugar idóneo para tratar estas temáticas. 'Soy una tumba' sucede en Cangas en la época del contrabando; es un thriller rural y sensitivo que navega por la nostalgia hasta la salida de la infancia, en este caso una salida antes de tiempo. El protagonista es un niño que vive en un mundo adulto, rodeado de oscuridad, incomunicación y la inmensidad del mar. Me apetecía hacer una película que reflejase un poco de mí y de la tierra donde abandoné mi niñez".

Actualmente, Cembe dirige la animación del nuevo cortometraje de Alberto Vázquez y, en paralelo, trabajan juntos en la preproducción de la nueva película de Vázquez, "Unicorn Wars", al tiempo que escribe su próxima historia.

| "O neno bonito". El corto, que se hizo en el Primavera de Cine de Vigo con el premio a la mejor pieza de ficción, ganó en Cans esta edición el premio del público. Su director, Fran X. Rodríguez, realizaba ayer una pausa mientras presidía una mesa electoral para explicar que "la historia viene de una canción de Lennon que da título a la película ("Beautiful boy") y que habla de que la vida es lo que pasa mientras haces planes. Si la planificas, te quedas sin vivir, que es como estar muerto en vida".

No es la primera vez que triunfa en el Festival de Cans, ya que en el año 2016 su "Ladrones de tiempo" se hacía con tres distinciones. "Ambas obras -apunta- van en la misma línea, el poner en valor el tiempo y la familia. En 'O neno bonito', el protagonista es un hombre-niño sin oficio ni beneficio que está centrado en coleccionar cosas sin darse de cuenta que la vida pasa y que no se puede volver atrás para vivirla". La pieza encierra una crítica social: "Esta sociedad nos avoca al consumo de cosas que no son necesarias", concluye el realizador coruñés.