"La Gioconda es una obra que está por encima del artista y que el Romanticismo se encargó de ensalzar", aseguró Christian Gálvez, quien explicó que se acercó a la figura de Leonardo da Vinci sin ninguna idea preconcebida para poder así forjarse una opinión propia. El presentador madrileño, miembro del Leonardo DNA Project y del Consejo General de Museos, entre otros organismos, aseguró que solo así se puede entender a un personaje como este.

"Leyendo a Leonardo te forjas una visión bastante alejada del genio que se reinventó en el siglo XIX y bastante más cercana a un hombre de carne y hueso, un tipo que una de las últimas cosas que escribió fue pedir perdón a Dios y a los hombres porque su trabajo no tuvo la calidad que tenía que haber tenido, y que tenía un sentimiento de perdedor porque decía: 'No he perdido ante la dificultad de los retos, sino contra el tiempo'", añadió el ponente, que también recordó que otra de las últimas frases que escribió, en el estudio matemático en el que trabajaba, ya enfermo fue: "Y aquí lo dejo, porque se me enfría la sopa".

También explicó por qué muchas de sus ideas están dispersas en distintas páginas, algo que intriga a muchos admiradores del genio y que él atribuye al precio del papel en la época y a la posibilidad de que tuviese lo que hoy se conoce como déficit de atención. "A mí me han criticado en Twitter por afirmar esto y me han dicho que era imposible que tuviera déficit de atención porque no se había descubierto. Entonces, ¿hasta Galileo no existían los planetas?", dijo.

Gálvez aseguró que para sus coetáneos, Da Vinci era un "bicho raro". "Era un artista con fama de no acabar ningún trabajo, que fracasó en Florencia, en Milán, en Roma y solo triunfó los tres últimos años en Francia. A esto es lo que ahora llamamos fuga de cerebros", añadió.