Nunca es tarde si se pone empeño, una premisa a la que Francisco Sabucedo Fernández es fiel. Aprendió a usar un ordenador siendo ya octogenario y ahora, a sus 98 años, se estrena como escritor con la publicación de su biografía, "Vivencias del abuelo Paco: corregidas y aumentadas", que puede adquirirse en papel y en formato digital. "A mis 85 años -nunca es tarde si hay empeño-, me puse a practicar con un viejo ordenador que se retiraba del servicio. Confieso que estuve a punto de mandar todo al infierno pensando en cómo me privaba de las ocupaciones que tenía en mi despacho", explica en el libro.

Esta aventura literaria le debe mucho a su nieta Sonia, que le insistía persistentemente en que escribiera su historia. "Inicié este trabajo como un duro deporte y gracias a la insistencia de mi nieta Sonia, al entusiasmo de su madre por conocer nuestra biografía y a la paciencia que ha tenido mi esposa por las horas que la resté para dedicarme a escribir, con el nuevo y firme propósito de realizar este libro sobre mis propias vivencias para dedicárselo a todos los míos. ¿Les servirá de algo?", continúa.

Así, hace 13 años, comenzó a hacer memoria para plasmar en el papel la historia familiar hasta donde podía recordar y el resultado fue una primera versión, titulada "Vivencias del abuelo Paco". Estas memorias, revisadas y ampliadas por su autor, son las que ahora ha publicado la editorial Caligrama. "Escribí un libro de tipo familiar, pero nunca pensé que fuera a publicarse", reconoce.

La historia del abuelo Paco, que arranca el 10 de junio de 1920 en el barrio A Capilla, de Castrelo de Miño (Ourense), ha sorprendido a sus propios descendientes -tiene 3 hijos, seis nietos y un biznieto-, que han descubierto a través de sus páginas episodios de su vida que o bien no les había contado o habían olvidado, y que Francisco Sabucedo relata con todo tipo de detalles.

El abuelo Paco llegó a Vigo en 1934, con tan solo 14 años para trabajar como administrativo en Hacienda para la identificación de persons mayores de edad -células de identificación- del que entonces era el ayuntamiento de Lavadores. Dos años después, tiene lugar el golpe de estado en España y estalla la guerra civil, y es llamado a filas. Entre trincheras pasa su juventud, como otros muchos jóvenes, el abuelo Paco. Tras finalizar la contienda, regresa a Vigo, pero ya no conserva su puesto, por lo que comienza de cero en el sector de los seguros. "Tuve la suerte de ser muy libre en mi trabajo y yo decidía qué hacía y cómo lo hacía. Me gustaba mucho trabajar en la calle, mucho más que el papeleo de oficina. He estado en Francia, Costa Rica, Cuba, Venezuela, México y he atravesado tres veces Estados Unidos para asistir a convenciones relacionadas con mi trabajo que me interesaban, pero también he estado en la India, Birmania, Singapur y Tailandia por ocio", concreta. También abrió una tienda de confección, "Sabú", en los bajos del Gran Hotel de Vigo, que durante muchos años regentó su mujer, costurera, fallecida hace cinco años.

Escribir sus vivencias despertó su afición por la escritura, que desde entonces se ha convertido en su principal pasatiempo. "Me divierte escribir, y más ahora, que tengo dificultades de movilidad y cada vez me cuesta más salir de casa", afirma el abuelo Paco. Aún así, el pasado domingo hizo el esfuerzo y salió porque quería votar.

Tiene tres libros más, aunque sin editar. Dos de ellos están basados en vivencias propias, aunque él no es el protagonista, y otro, "Pancho", es una novela de ficción. "A este es al que le tengo más cariño", reconoce este escritor novel que el próximo 10 de junio complirá "solo 99 años", dice.

Junto con la escritura hay otras dos cosas que el abuelo no perdona: leer el FARO y ver el telediario. De la actualidad saca los temas de las numerosas cartas al director que escribe, muchas de las cuales ha publicado el diario decano. "Escribo sobre cosas que pasan en el mundo, pero también sobre curioridades que veo y me llaman la atención. Me divierto mucho haciéndolo", insiste. Su primera carta publicada, aún lo recuerda, estaba dedicada a la máquina de escribir.