Martin Scorsese y Robert De Niro, ambos referentes dentro del cine y de la comunidad italoamericana de Nueva York, recordaron en el Festival de Cine Tribeca algunas de las cintas en las que han colaborado juntos y que se desarrollan en este espacio, como "Malas calles" (1973) o "The Irishman", un filme de gánsteres que se estrena este mismo año.

Durante el coloquio, con la confianza que da el trabajo conjunto de décadas, Scorsese se sinceró sobre la importancia de la música en sus películas, bandas sonoras que le ayudan a conformar los planos cinematográficos y a desatar su imaginación a la hora de realizar sus películas.

Puso como ejemplo varias escenas de su filmografía: una de ellas fue de "El último vals" (1978), y el momento en el que la banda interpreta "Evangeline" sobre las tablas entre colores vibrantes, morados y rosas, mientras que la música que suena se acopla a los movimientos de cámara, ya que el director los visualizó gracias a la música. "El sentimiento más extraordinario de libertad es la imaginación cuando responde a la música", explicó Scorsese, que se refirió a esta escena, dibujada sobre papel, al compás de la música.

La banda sonora jugó un rol fundamental en otra de sus películas, "Toro salvaje" (1980), una cinta donde las complejidades del personaje principal, un boxeador (interpretado por De Niro), se entienden en parte por el deporte que practica, por lo que las escenas púgiles resultaban determinantes. "Sabía que las escenas tenían que ser especiales, pero no sabía cómo", detalló Scorsese, de 76 años, que encontró la solución un día pasando delante de un gimnasio de la quinta.

Allí, al ver a un luchador derrotar a nueve contrincantes seguidos, supo que su película tenía que contar con escenas de boxeo "totalmente coreografiadas".

En un momento dado, la fijación por la "danza" de estas peleas llegó al punto de que Scorsese se abstrajo hasta olvidarse de su protagonista: "Me estoy matando allí, ¿me estás prestando atención?", le preguntó entonces De Niro.