La despoblación se encuentra en todos los programas electorales de los partidos que se presentan mañana a las generales, aunque se aborde de forma distinta. El voto rural es uno de los más buscados esta campaña pero al margen de la agenda política Galicia es el mayor ejemplo de la España vaciada y año tras año pierde habitantes. La comunidad bajó en 2018 por primera vez en 22 años de los 2,7 millones de habitantes cerrando el ejercicio con 2.698.875 vecinos. Pero esta sangría se agrava por un saldo vegetativo negativo de 3.000 personas en el tercer trimestre del año pasado, según los datos publicados ayer por el Instituto Galego de Estatística (IGE). Este balance se debe a que entre julio y septiembre de 2018 la comunidad registró 7.066 defunciones, un 60% más que los 4.028 nacimientos. De esta forma, Galicia necesitaría duplicar el número de nacimientos con casi un millar más al mes para que el saldo demográfico fuese positivo. Además, la evolución de ambas variables es bastante dispar. Así, mientras la cifra de fallecimientos se mantiene estable con solo 67 muertes más que en el mismo periodo del año anterior, el número de alumbramientos cayó en un 14%, al pasar de 4.842 a 4.208 casos en un año.

El declive demográfico que vive la comunidad se ve más claro aún si se comparan los resultados con antes de la crisis. En la comunidad hubo un millar de recién nacidos menos en el tercer trimestre de 2018 respecto al mismo periodo de una década antes, lo que supone un descenso del 20% al caer de casi 6.000 a los 4.028 nacimientos. Sin embargo, en el caso de los fallecimientos el descenso es menos acusado y no llega al 10% en comparación a las 6.450 defunciones de antes de la recesión.

Por provincias, la brecha entre las provincias atlánticas es cada vez más notable porque tanto en Lugo como en Ourense las defunciones duplican a los alumbramientos (1.106 frente a 516 y 1.031 frente a 379, respectivamente). La menor diferencia se dio en Pontevedra, con poco más de 2.000 muertes, un 35% más que los 1.522 nuevos vecinos, lo que da un balance negativo de 535 personas, el más bajo de Galicia. En una posición intermedia se sitúa A Coruña, donde el saldo también es negativo, al contabilizarse un 60% más de muertes -más de 2.800- frente a los 1.793 nacimientos.