El "Túmulo de Barro", un sepulcro de 6.000 años de antigüedad, destrozado con una explanación del monte sin permisos. Otras dos tumbas neolíticas, "Túmulo 3" y "Túmulo 4" dañadas en la necrópolis megalítica de A Bugalleira, en la parroquia de Loureiro, en el concello ourensano de O Irixo. Unas obras forestales para abrir caminos y cortafuegos con vistas a una posterior reforestación de pinos acabó con un patrimonio milenario, incluido en el Catálogo de Bienes Culturales de Galicia. Tres vecinos del pueblo de Quinteiro, miembros de la junta rectora de la comunidad de montes en mancomún que promovieron los trabajos, así como un palista de la Diputación de Ourense -que cedió la máquina tras recibir la solicitud por parte del Concello- han sido imputados por un presunto delito sobre el patrimonio histórico. El Seprona de la Guardia Civil de Ourense constató los hechos tras un escrito de la asociación ecologista "Mámoa Verde", después del hallazgo fortuito del desastre por parte de un colaborador.

Los vecinos investigados se acogieron a su derecho a no declarar ante los agentes. El operario sí respondió. Dijo que se limitó a ejecutar el encargo y que no fue consciente de haber movido ni tocado ninguna piedra, ni tan siquiera de haberlas visto. Los cuatro responderán ante el juzgado de Instrucción 1 de O Carballiño, que asume la fase de investigación previa al juicio. El alcalde de O Irixo, Manuel Penedo (PP), tramitó la petición vecinal de un buldócer "para abrir camiños e facer cortalumes no monte comunal, interesados por cumplir coa lei de incendios. Pedino á Deputación, viñeron ver o sitio, fixen a solicitude formal por escrito e mandaron un buldócer. Púxena a disposición dos veciños como servicio público. O noso interese é ter polos menos os pobos salvados en caso de que haxa lume", se escuda Penedo.

Alega que tanto los vecinos como el propio Concello, que debería ser el encargado de señalizar el patrimonio, desconocían la existencia de vestigios allí, pese a que están catalogados. "Ninguén tiña nin idea, nin os veciños nin nós". Un comunero no investigado, consultado ayer por FARO, niega intencionalidad y asegura que ni los nonagenarios de la zona eran conscientes de la existencia en el monte de ese patrimonio. Según este hombre, hace unos años el temporal, con fuertes rachas de viento, derribó varios pinos, obligando a talarlos. El comunero consultado añade que "alí non había pedras". "Non houbo mala fe".

Desde el organismo provincial, el diputado de Cooperación Pablo Pérez (PP) indica que "o Concello fixo unha solicitude para facer uns socalcos para unha reforestación, en colaboración cos comuneiros do monte de Loureiro. No Concello en ningún sitio consta que alí houbera mámoas. No rexistro de bens non figura". Penedo califica los hechos como un "accidente" que lamenta.

Los bienes megalíticos están protegidos por una franja de 200 metros, de manera que, por ejemplo, para llevar a cabo una tala dentro del área es necesario que la empresa maderera recabe el informe de un arqueólogo. La Guardia Civil deja constancia de que "no consta ningún tipo de autorización tanto del Servicio de Patrimonio Cultural de Galicia, dependiente de la Consellería de Cultura e Turismo de la Jefatura Territorial de Ourense, ni del Concello de O Irixo".

Fuentes de la investigación recuerdan que, cuando se construyó la línea de alta velocidad de Ourense a Santiago, cuyo trazado discurre por O Irixo, se había delimitado el campo de mámoas con cintas de balizamiento.