El coreógrafo y bailarín Daniel Abreu (Santa Cruz de Tenerife, 1976) regresa a Galicia con su compañía para representar su obra más premiada, "La desnudez", que ejecuta junto a Dácil González. El premio Nacional de Danza 2014, con más de 40 creaciones a sus espaldas, actuará el próximo jueves en Ourense, el viernes en Vigo (Auditorio Municipal, 21.00 horas); en Santiago el 27 y Carballo el 4 de mayo. "La desnudez", que se ha representado en teatros de Europa y América desde su estreno en 2017, es una propuesta poética sobre el saber quererse, con música en directo de Hugo Portas.

-"La desnudez" fue la gran triunfadora de los últimos Max con tres galardones. ¿Qué suponen los premios para las obras?

-Les aportan un lugar dentro del mercado en el sentido de que son obras que ha visto gente que tiene una trayectoria y un criterio concreto y que las valora. Hoy, con tanta estipulación como la que tenemos, los espectáculos necesitan tener un distintivo, estar presentes. Para la compañía es un sello de calidad, pero sobre todo aportan muchas ganas de seguir haciendo cosas.

-Porque detrás de cada propuesta hay mucho tiempo y esfuerzo...

-Las obras son criaturas que nunca sabe cómo van a reaccionar. Puedes crear un espectáculo entero en una semana, como puedes tardar un mes o un año. Creo que la creación artística es dejarse caer en un sumidero muy oscuro en el que es mejor no saber qué se está contando, sino que surja por sí solo y esto a veces lleva tiempo.

-Bailarín, coreógrafo y director de su propia compañía. ¿Le queda tiempo para algo más que no sea la danza?

--Soy bastante organizado, pero es cierto que dedico casi todo el tiempo de mi vida al trabajo. La danza no es una profesión a la que se le pueda dedicar un horario de ocho horas. A mí, al menos, no me permite mirar hacia otro sitio. A quienes envidian mi posición les regalo un par de días para que vean lo que hay detrás.

-Hace cinco años ganó el Premio Nacional de Danza. ¿Cambió en algo su vida profesional?

-Fue una gran sorpresa, porque no pensaba estar en el grupo de los posibles, pero llegó y lo recibí con incredulidad y con mucho agradecimiento. Lo que cambia es que de pronto ya no tienes que presentarme porque eres conocido o más conocido dentro del sector y tienes acceso a otro tipo de teatros, aunque es verdad que aún hay una parte de la élite de la programación de este país que se cuestiona por tener títulos o por no tenerlos.

- ¿Por qué no se veía entre los posibles premiados?

--Porque hago danza contemporánea con un lenguaje muy personal, algo que resaltó el premio. No hago una danza que vayas al teatro y reconozcas, con lo cual el espectador tiene que hacer el esfuerzo de dejarse llevar por lo que se le plantea sin querer meterlo en ningún código, lo que es un esfuerzo porque tienes que romper con estereotipos.

- ¿Cómo se comporta el público ante lo que rompe con lo previsto?

-Todo lo nuevo nos cuesta encajarlo, pero creo que como ciudadanos somos muy inquietos. También es verdad que vivimos un momentos de revolución política bastante curiosa ahora mismo y los artistas no venimos de Marte, sino de ese contexto.

- ¿La inquietud es tan importante para el artista como para el publico?

-Es un hecho inherente a lo creativo. Si se estuviera repitiendo siempre lo mismo estaríamos hablando del aburrimiento. Todos necesitamos algo que nos resulte conocido porque nos hace sentirnos sobre un suelo firme y algo que sea un estímulo, algo nuevo para sentirnos vivos.

- -¿Qué momento vive la danza?

-Yo puedo hablar del momento creativo, y me parece que el nivel de los bailarines es muy alto en España. La formación en los conservatorios y escuelas de danza es muy buena y esto se refleja en que muchas compañías extranjeras tienen y quieren bailarines españoles; las producciones cada vez son de más bailarines y de mayor calidad, y el talento es muy alto. Esto es la danza en este país. Luego está cómo afecta la política a la cultura y qué es lo que están haciendo los políticos de este país no solo por la danza, sino por la cultura. No sé si podemos estar orgullosos de los políticos que tenemos.