Primero fue su fundador y director, Constantino Martínez-Orts, quien cambió el chaqué por la levita al estilo de "Matrix", y ahora los músicos. La Film Symphony Orchestra (FSO) ha dejado atrás el traje de gala para lucir una imagen más vanguardista y sin duda, también más cinematográfica, lo que le viene como anillo al dedo a una orquesta empeñada en hacer soñar al público con las mejores bandas sonoras. Y con ellas llegará al Auditorio Mar de Vigo el próximo sábado (19.30 horas) dentro de su "Tour 2018/2019: Especial John Williams", en el que rinde homenaje al compositor más "oscarizado", con motivo del 50 aniversario de su primera nominación al Óscar por "El valle de las muñecas" (1968). "Tiburón", "Star Wars", "Nacido el 4 de julio", "La lista de Schindler", "Indiana Jones y la última cruzada", "Lincoln" y "Hook" son algunas de las bandas sonoras incluidas en el doble programa de esta gira.

-¿Se podría entender la historia del cine sin John Williams?

-No. Williams es un compositor que ha marcado tendencia y que ha tocado todos los estilos y géneros, desde el cine dramático al de aventura, la comedia y el fantástico, con "Harry Potter y la piedra filosofal".

-La gira tributo de la FSO incluye temas que no se han tocado nunca en España...

-Es cierto. La gira tiene un doble programa que hace un recorrido por su filmografía muy extenso, que incluye grandes títulos y que todo el mundo conoce como "ET", "Parque Jurásico" y "Superman", pero también otros como "Atrápame si puedes", que nos descubre a un Williams más de jazz, y "Un horizonte muy lejano", otra bellísima partitura con tintes folklóricos celtas.

-¿Ha sido complicado realizar la selección de los temas?

-Imagínese, con cinco Óscar y 52 nominaciones, en muchos casos con doble nominación... Elegir los temas más representativos ha sido muy complicado, sí.

-En esta gira están agotando las entradas en casi todas las funciones. ¿Quiere decir esto que el público está perdiendo ese respeto que tenía a la música sinfónica?

-Llevamos ya casi siete años de andadura y es gratificante ver cómo el público va creciendo y que quien viene una vez repite y trae a más gente. Nosotros planteamos no un concierto, sino un espectáculo para todos los públicos. El pretexto es la música de cine, pero realmente hay muchos elementos que hacen que nuestros conciertos sean diferentes: el atuendo de la orquesta y el del director, o sea, yo, que además soy una especie de presentador y maestro de ceremonias que introduce cada pieza, muchas veces en clave de humor; sorteamos un viaje a Hollywood para dos personas a través de un concurso de adivinar diez bandas sonoras en diez segundos implementado en una app en el móvil; las luces... Al resto no sé, pero a nuestra sinfónica sí le ha perdido el miedo.

-Usted cambió hace años el chaqué por una levita muy al estilo "Matrix" y ahora también lo han hecho los músicos. ¿Esta es otra forma de acercar la música sinfónica al público?

-Es un paso más en nuestro intento por deshacernos de esos corsés, de esos rigores un tanto absurdos y anacrónicos de las orquestas porque no tiene sentido que en pleno siglo XXI un músico tenga que vestir un frac ¿En qué contexto viste una persona un frac? A mí esto me suena al siglo XIX. Nosotros hemos dado muchos pasos en determinadas direcciones para acercar la música sinfónica al gran público, para romper esa cuarta pared y conseguir su complicidad. El público está escuchando "Tiburón", pero en realidad no lo está escuchando; está viéndolo cuando lo escucha. Y eso es lo que intentamos potenciar: el poder evocador de la música de cine. La música de cine es el actor invisible: parece que no está pero consigue unos resultados emocionales sobre nosotros que no lo consigue ninguna imagen.

- También incluyen temas de series de televisión como "Juego de tronos"...

-Las series son el cine de hoy. Ahora hay superproducciones con los mismos medios que las películas de Hollywood y al ser un medio tan común y presente en nuestra vida, hemos ido incorporando poco a poco su música.