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Moisés Pérez Marcos: "Hay una explosión del fenómeno religioso a nivel mundial"

"La religión se transformará, pero que desaparezca es otra cosa; el hombre siempre tendrá preguntas que no puede evitar hacerse"

El dominico Moisés Pérez Marcos. // FdV

El dominico Moisés Pérez Marcos, licenciado en Teología y doctor en Filosofía, participó estos días en un ciclo de conferencias en el que reflexionaba sobre un particular que resulta trascendente: "¿Puede creer un hombre razonable?" , que es precisamente el título de su charla.

-¿Puede creer un hombre razonable?

-Obviamente pienso que sí. El hecho de creer o no creer no tiene que ver con el hecho de que vivamos en una sociedad científica, tecnológica o tecnocientífica.

-Parece que cada día queda menos sitio para Dios.

-Las teorías clásicas de la secularización decían que cuando la sociedad avanzase en conocimientos científicos, la religión desaparecería. Pero esas teorías se han demostrado erróneas. De hecho, hay una resurrección del fenómeno religioso, aunque es verdad que de una manera diferente. Hay una explosión, digamos así, de lo religioso a nivel mundial. Aparecen nuevas formas de lo religioso. Por otro lado, parece bastante claro que ciencia y religión no compiten en el mismo terreno de juego. La fe ya no es algo que se dé por supuesto, se ha convertido en una opción. Pero esto tiene más que ver con cambios en la manera en que nosotros entendemos la fe, que con la ciencia. Tenemos ciencia desde el siglo XVI, pero no tenemos sociedades secularizadas desde el siglo XVI. Los padres de la ciencia, igual que muchos científicos contemporáneos, eran personas creyentes.

-Pero sí parece que el camino de la investigación científica te lleva a concluir que no hay Dios o, por lo menos, que no se encuentra por ningún lado.

-Pero es que la investigación científica no tiene que ver con Dios en el sentido de que los científicos no cuentan con Dios como hipótesis. Nunca una conclusión científica va a ser: Dios existe. El método científico no tiene en cuenta la existencia o inexistencia de Dios. La ciencia se pregunta cómo funcionan las cosas, por decirlo de manera muy resumida. No se pregunta cuál es el origen de las cosas.

-Bueno, también. En la física teórica están esas preguntas.

-Hay varios ámbitos, por ejemplo el que acaba de citar usted, también el campo de la evolución, que son fronterizos con la filosofía o con la región. Pero esto son terrenos muy discutidos. En absoluto hay en esos ámbitos ninguna conclusión, ninguna teoría científica que conduzca a que Dios no existe o algo por el estilo. La teoría del Big Bang, elaborada por un sacerdote católico, Georges Lemaitre, pretende explicar no tanto por qué ocurrió el universo sino cómo se desarrolló a partir de un estadio inicial. Lo que pasó antes de la explosión es una pregunta que ya no compete a la ciencia. El propio Darwin reconoció que la evolución que él estaba defendiendo podía ser el mecanismo por el que Dios había creado al ser humano.

-Habla usted de una explosión de la religiosidad. Pero también del fanatismo religioso.

-Son fenómenos muy diferentes. Digamos que responden a una misma cosa y a su degeneración. Hablo de una explosión de lo religioso puesto que el número de creyentes va en aumento. Es verdad que crecen con la población mundial pero, si fuera cierta la teoría clásica de la secularización, a medida que avanza la sociedad tecnocientífica, tendrían que disminuir. En Europa hay un proceso de secularizacion muy fuerte, pero no ocurre en otros países del mundo. En EE UU, país avanzado, el dueño del mundo, el fenómeno religioso no retrocede. También se ha producido un interés por las figuras de líderes religiosos: Juan Pablo II, Bendicto XVI o ahora Francisco. También con el Dalai Lama. Y luego están apareciendo formas nuevas de religión que tienden a prescindir de una dimensión más institucional. Hay toda una vuelta a esto. También a la literatura de espiritualidad rayana en la autoayuda. El interés por la espiritualidad no ha desaparecido en las sociedades tecnológicas y se supone que eso tendría que haber ocurrido.

-¿Por qué entonces esa explosión religiosa?

-Porque el ser humano siempre tiene una serie de preguntas que incluso se hacen más acuciantes en una sociedad tecnológica. Probablemente estamos cambiando modelos. La secularización significa un cambio profundo en lo que significa ser creyente, en la consideración que tengamos de las instituciones religiosas, en la manera en que nos relacionamos con eso que siempre se consideró "lo espiritual". En último término, cambios en la manera en que experimentamos la plenitud humana. La religión se transformará, pero que desaparezca es otra cosa. Responde a preguntas que no podemos evitar: la pregunta por la muerte, por si una vida más allá de ésta, cuál es el sentido de la vida?

-También crece el fanatismo?

-El fanatismo es una aberración construida en base a lo religioso, una forma extrema no sé si decir patológica. Es interesante ver la relación de esos nuevos movimientos con la sociedad científico-tecnológica. No solo no son enemigos de la sociedad sino que la están utilizando. ¿Cuál es el gran instrumento para insuflar el terror clásicamente la sociedad? Un atentado terrorista. ¿Qué hacen ellos? Un atentado terrorista que transmiten por las redes sociales. Dominan las redes, domina muy bien la propaganda por internet, captan a un montón de sus adeptos a través de las redes? Se dice que esta gente vive en la Edad Media, qué va, qué va. Son unos expertos en el uso de la tecnología.

-¿Creer es vivir del pensamiento mágico?

-En absoluto. Si fuera así serían difíciles de explicar personas como Isaac Newton o como lord Kelvin y tantos y tantos hay científicos que han sido creyentes. Creer no supone renunciar al pensamiento científico ni a ningún tipo de pensamiento. Decía Chesterton que cuando uno entra a la iglesia se quita el sombrero pero no la cabeza. De hecho, solo son susceptibles de fe los seres racionales. Los seres irracionales, un perro o una piedra, no pueden tener fe. Porque, entre otras cosas, no son inteligentes. La fe tiene mucho que ver con el símbolo, pero nada que ver con la magia. Por lo menos la fe cristiana, que es la que yo conozco un poco mejor.

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