Con motivo del Día Universal del Niño, que se celebra este 20 de noviembre, el psicólogo Javier Urra, que fue el primer Defensor del Menor y es psicólogo forense en la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia y Juzgados de Menores de Madrid desde 1985, realiza estas 22 propuestas y reflexiones en favor de la infancia:

1. Los niños necesitan tiempo y espacio para descubrir el mundo por ellos mismos. No se les puede sustraer la infancia, han de experimentar, jugar, imaginar, aburrirse, tener relaciones, descubrir quienes son y lo que quieren ser, sin sentirse absolutamente controlados.

2. A los niños hay que sancionarlos cuando lo merecen, sin miedo a que se traumen.

3. La sobreprotección se convierte en un patrón dañino, al evitar enfrentar las dificultades y los conflictos del mundo real, y además no fortaleciendo la tolerancia a la frustración y la resiliencia.

4. La salud mental infanto-juvenil es la cenicienta de la sanidad pública española. Hemos de formar a la ciudadanía en la prevención, en la psicohigiene y dotar a la sociedad de psicólogos clínicos, de psiquiatras, absolutamente necesarios para tratar psicosis, ludopatías, adicción a nuevas tecnologías.

5. Debe abordarse en el hogar la importancia de la intimidad en la red, ofrecer alternativas de ocio como jugar con amigos, realizar actividades conjuntas en familia que faciliten el diálogo y la relación, leer, hacer deporte, escuchar música, estar en contacto con la naturaleza, realizar algún tipo de arte o actividad creativa, campamentos.

6. Advertimos que el juego 'online' tiene un potencial muy adictivo.

7. Solicitamos que se legisle para implementar la figura del “agente encubierto” de las fuerzas de seguridad para combatir la pornografía infantil en internet.

8. Hay que formar a los niños en la igualdad de género, en el respeto, en la aceptación de un no, en lo que subyace tras el concepto de dignidad y el de honor. Al tiempo habrá de regularse la publicidad de los locales y supervisarse con mayor ahínco.

9. Debemos cambiar mitos e ideas erróneas, como que el amor lo puede todo, o que la violencia de género es cosa de gente mayor, o la obligación de mantener relaciones sexuales.

10. Hay que enseñar a embridar el ego, a autodominarse (paso de la emoción al sentimiento), preparar cortafuegos contra las rumiaciones, evitar el paso del amor al odio, vacunarse contra “levantar la mano”.

11. Luchemos por erradicar el acoso escolar. Dentro del aula deben fomentarse valores de respeto, intervenir con presteza y crear con los alumnos figuras pacificadoras que actúen como intermediarios en la resolución de conflictos.

12. Hemos de prevenir las amenazas a la privacidad. Los progenitores tienen una responsabilidad inexcusable sobre los hijos, eso significa la patria potestad: hay que supervisar las conductas, e impedir las de riesgo.

13. La violencia filio-parental, denominada patología del amor, este tsunami relacional, demanda una mayor implicación de los organismos de salud mental y no solo de justicia, así como su inclusión en los seguros médicos.

14. Somos conscientes de que los pequeños dictadores no nacen, se hacen, y por ello promulgamos que desde pequeños hay que educar en que “el que no sabe lo que siente el otro pierde”. Y a partir de ahí, saber girar el tablero y ponerse en el lugar del otro.

15. Hemos de prevenir que los jóvenes sean abducidos por la sacralización extremista, al tiempo de desradicalizar ideas y desvincular del grupo a los ya integrantes, generando disonancia entre el grupo de pertenencia y el autoconcepto. Eduquemos en los valores democráticos, de libertad, en la capacidad crítica, en la autonomía personal.

16. Cabe tratar al joven fanático intentado minar la inicial ilusión con la ideología, al tiempo de ahondar en el deterioro de las relaciones interpersonales que seguro se han producido.

17. Alertar a las comunidades sobre las señales de advertencia de suicidio, disipar los mitos y ofrecer esperanza a los que se encuentran en riesgo y necesitan replantearse sus alternativas.

18. El que haya niños violentos es un mal que también se genera en la sociedad, y esta los teme, los rechaza y los condena.

19. Acrecentemos la capacidad de diferir gratificaciones, de tolerar frustraciones, de controlar los impulsos, de relacionarse con otros. Debemos incentivar la reflexión como contrapeso a la acción, la correcta toma de perspectiva y la deseabilidad social.

20. Eduquemos en derechos y deberes, marcando reglas, ejerciendo autoridad y, ocasionalmente, diciendo NO.

21. Precisamos educación para la ciudadanía, conocimiento de los derechos humanos, de lo que de verdad significa la polis, la ciudad, el entramado social.

22. Transmitamos una educación con alma, para contribuir en el futuro de las generaciones, para que se enriquezca con la diversidad de culturas, para fomentar el noble arte de la conversación, que se dilate en el tiempo de la vida para llegar a envejecer con dignidad.