Naturgy echa la llave al Museo de Arte Contemporáneo o MAC, con más de dos décadas de historia. La decisión se hizo saber a las administraciones tras el verano y se abrieron conversaciones en varios frentes para buscar un futuro a la importante colección reunida a lo largo de los años, con más de seiscientas obras.

La primera de las negociaciones es con la Xunta, que puede acabar como usufructuaria de las creaciones y cuyo "interés" es que estas "completen" la red de museos que existe en Galicia, sin garantizar que por el momento que se mantenga en la ciudad. En la segunda mesa se sientan la compañía y Concello de A Coruña, para decidir si la Administración local se hace cargo del edificio y a cambio de qué.

El alcalde de A Coruña, Xulio Ferreiro, ha hablado con la empresa y también con el presidente de la Diputación para analizar cómo se puede articular una forma para que el museo siga siendo "un símbolo cultural de la ciudad", según describió ayer el concejal de Culturas, que abogó por que no solo la colección se quede en la ciudad herculina, sino que el centro siga abierto.

Tanto Xunta como Concello de A Coruña coinciden -aunque de momento se muevan por caminos separados- en que la posibilidad de que la colección y la actividad permanezcan en A Coruña pasa por la colaboración institucional y por la participación de varias administraciones. La Consellería de Cultura manifestó en un comunicado su "interés" por que la colección se quede en Galicia "y complemente las colecciones ya existentes en museos de arte contemporáneos de referencia en la comunidad".

Se trata de una "red museística" en la que la Xunta dispone "de varias opciones que pueden servir de referencia" y que se disponen a "evaluar". Señala que la colección se trata de un "bien cultural que debe ponerse a disposición" de "todos los gallegos". Preguntado el Gobierno gallego si se plantea que se quede en la urbe en la que ha estado 20 años, fuentes oficiales indican que son negociaciones "incipientes" e indican que también depende del Concello.

La Xunta pretende una cesión de las obras por 25 años, durante los que tendría que asumir, como usufructuaria, por ejemplo, la custodia y el seguro, una cantidad elevada dado el valor de las mismas.